—Se dejó guiar en aquel recorrido demostrativo por parte de la menor. Al llegar a su pecho sonrió y volvió a dejar otro beso en sus labios, apartándose casi de inmediato para susurrar contra ellos.— Es un buen lugar, me gusta. Aunque yo pensaba en que quizás podrían ser más por aquí. —Seguía bajando con el dedo hasta su vientre y luego bordeando su cintura y su espalda.— También por aquí... Recorrería toda la geografía de tu cuerpo, hasta llegar aquí. —En un momento se encontró sobre las piernas de su pequeña, subiendo por los muslos hasta el espaciado entre ellos.—
—En cuanto se percató de que se besarían, cerró los ojos para poder corresponderlo. Movía los labios lentamente contra los ajenos, disfrutando de su sabor que tanto le gutaba.— M-me gustarían mucho por aquí, mira. —Le tomó la mano y la guió hasta su cuello, descendiendo hasta su pecho.— ¿Dónde te gustaría hacérmelas?
—Se le escapó una sutil risa por lo bajo. Alzó nuevamente el rostro para acercarse hasta sus labios y besarlos con especial lentitud, queriendo saborearlos y degustarlos.— ¿Sí, quieres nuevas? ¿Y dónde te gustarían? A mi se me ocurren algunos lugares, pero no están a la vista.
—Suspiró apenas sintió la nariz rozar su cuello, deslizando las manos por el cuello de él hasta llegar a los hombros.— ¿Ahora? M-me gustaría mucho tener más marquitas en mí. ¿Podrías hacerme unas nuevitas?
Todas, absolutamente todas para mi princesa. Son algo así como pequeñas pinceladas sobre el lienzo blanco que es tu cuerpo. —Apartó sus dedos y ahora se acercó hasta su cuello para rozarlo con su nariz, de arriba hacia abajo.— ¿Y si te hago algunas más? Estoy tentado.
Y a mí me gusta lucirlas para ti, aquí en casa. —Le sonreía en todo momento, acomodándose sobre él para estar bien juntitos, rodeándole el cuello con los brazos e inclinando la cabeza hacia atrás para despejar la zona que el mimaba.— Todas, todas las marquitas del mundo para mí.
Me gusta mucho hacértelas y como te quedan. —La cargó para sentarla sobre sus regazos. Con la mano que no sostenía a su cintura, se paseaba por su cuello, rozando todas las manchas que le había dejado la noche anterior.— Te hare muchísimas más entonces, para que sigas recordándome.
¿De veritas te gustan las marquitas en mí? Entonces quiero tener muchas marquitas tuya por todo mi cuerpo porque cuando las veo me recuerdan que te pertenezco jijiji. ¡Me gusta demasiado lo que hacemos!
Me alegra que te gusten, porque considero que las marquitas a ti se te ven muy atractivas. Por otro lado, que seas tan pasional me gusta mucho. Por eso es que adoro tus rasguños; son un indicativo de que te gusta lo que hacemos.
