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N1583668 · F
La albina lo observó con fascinación, reconociendo esa grave voz suya que, en los momentos más difíciles de su existencia, la atraían a la Tierra; la fortalecía. Reconoció que ser sucia para él lo complacía; no había nada en este mundo que Nüwa deseara más que encantar a Kurai.
Sonrió feliz. Ya no había tensión en sus manos, aunque tenía marcas en las palmas. Además, no es como si pudiera preocuparse porque casi de forma inmediata su hombre la recompensó; los dedos estaban moviéndose sobre ciertas zonas que a ella la ponían demasiado nerviosa. Prueba de ello era el sonrojo que comenzó a colorear el rostro de la demonio, quien dio un par de pasos en su dirección impulsada por el deseo naciendo en su cuerpo. Levantó los brazos y rodeó el cuello de Kurai, estrechándolo contra su cuerpo; los senos se apretaron contra la dureza de su torso. Casi instantáneamente los labios de ella buscaron los suyos, suspirándole contra la boca cuando la prenda se encajó sutilmente.
Sonrió feliz. Ya no había tensión en sus manos, aunque tenía marcas en las palmas. Además, no es como si pudiera preocuparse porque casi de forma inmediata su hombre la recompensó; los dedos estaban moviéndose sobre ciertas zonas que a ella la ponían demasiado nerviosa. Prueba de ello era el sonrojo que comenzó a colorear el rostro de la demonio, quien dio un par de pasos en su dirección impulsada por el deseo naciendo en su cuerpo. Levantó los brazos y rodeó el cuello de Kurai, estrechándolo contra su cuerpo; los senos se apretaron contra la dureza de su torso. Casi instantáneamente los labios de ella buscaron los suyos, suspirándole contra la boca cuando la prenda se encajó sutilmente.
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