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N1581513 · F
—… Hm. — dejó la cabeza gacha.— El calvorota y el ñoñas sí que no se van a librar.
Ishikawa reía cada vez que a Nana le salía la vena mala, siempre desde una intención amigable. El representante anduvo aproximadamente un mes acompañándolos de un sitio a otro, innumerables hoteles de lujo donde limitaba a escuchar quejas o desafíos entre ellos cuando jugaban a las cartas. A veces, para él, la imagen de Black Stones lindaba entre aquella de fans y revistas y la de un grupo de jóvenes estrafalarios a su manera. No podía evitar encantarle.
Cuando Ishikawa marchó, Nana bajó por el ascensor unos varios pisos -aproximadamente dos-; se ordenó que cada integrante del grupo estuviese a una distancia considerable entre sí. Si bien ella jamás estuvo de acuerdo y ni lo veía razonable, Kawano hacía decisiones imposibles de cuestionar.
Ishikawa reía cada vez que a Nana le salía la vena mala, siempre desde una intención amigable. El representante anduvo aproximadamente un mes acompañándolos de un sitio a otro, innumerables hoteles de lujo donde limitaba a escuchar quejas o desafíos entre ellos cuando jugaban a las cartas. A veces, para él, la imagen de Black Stones lindaba entre aquella de fans y revistas y la de un grupo de jóvenes estrafalarios a su manera. No podía evitar encantarle.
Cuando Ishikawa marchó, Nana bajó por el ascensor unos varios pisos -aproximadamente dos-; se ordenó que cada integrante del grupo estuviese a una distancia considerable entre sí. Si bien ella jamás estuvo de acuerdo y ni lo veía razonable, Kawano hacía decisiones imposibles de cuestionar.
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