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— Soy disléxica... —Susurró apenas como una explicación. Su rostro reflejó una reacción común, acostumbrada a ello simplemente sonrió con tímidez. Caminó entonces junto a ella, alcanzando una chaqueta y las llaves de su automóvil.

— Yo no me sé la izquierda y la derecha, así que tienes que alzar la manita para que gire del lado correcto, ¿de acuerdo? —

— Lista, yo conduzco, tú me dices por donde. ¿Está bien? —

Su sonrisa se hizo presente apenas la vio cruzar la puerta del garage. Era de esas personas que podían arreglar cualquier mal día con solo verle pasar. Se acercó para tomar la mochilita de su hermana, acercando su cuerpo más de lo necesario, en un aprovechado e insinuante abrazo. Antes de alejarse, le dejó un beso fugaz en la comisura de su labio. — ¿Estás lista, encanto? Puedes cancelar los planes que tengas, después, ya es hora de irnos. —No era mucho de palabras, le pasó el casco, poniéndose el propio. El motor de la motocicleta ya estaba encendido y ronroneaba suavemente. Acomodó el escaso equipaje que llevaban en las mochilas de los costados y cerro su chaqueta de cuero, subiéndose para enfilarse a la salida

[i] Te espero en la cochera. Trae una muda de ropa, hará frío. Te quiero. [/i]

Siempre terminaban así sus mensajes, era una costumbre que se le había quedado pegada con el tiempo. Estaba recostado cuando envió el mensaje y permaneció así unos minutos más, repasando mentalmente el plan. A un costado de él, la maleta con las cosas que le habían parecido útiles parecía que iba a estallar. Tras un largo suspiro, tomó la maleta y salió al pasillo, yendo directamente al garaje. Llevaba su casco bajo el brazo, el casco que pertenecía a su gemela ya estaba sobre la motocicleta.

| Dejo esto por aquí y me retiro lentamente. [?]

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— ¿Tatuaje? Con razón sentía que me picaban las manos. ¿Qué te haré, cariño? Prometo ser gentil, pero la verdad es que entre más duele, se disfruta mucho más.

¡Gracias por recibirme! ✨

— Nunca dije que te necesitara para descansar. Pero te quiero aquí hoy —Abrió un único ojo para verla, su silueta se marcaba en la oscuridad, pero Daren conocía casi a la perfección el rostro de la regente de la octava casa zodiacal, aún con la ausencia de luz, su mirada y sonrisa eran tan claras como siempre. Soltó su mano, dejando una caricia suave por su brazo, mientras se hacía aún lado para dejarle espacio sobre las mantas. La conexión entre ambos era palpable y él sabía de sobra que no se negaría a compartir la habitación, mucho menos la cama. — Te quiero aquí siempre.

Después de platicar con sus amigos y deshagoarse la noche anterior, Daren se sentía más tranquilo y en calma. La verdad es que era alguien que sanaba rápido, y por sorprendente que pareciera, no había más rencor para él.

Tenía pendientes algunas citas que habían sido canceladas - o ignoradas más bien- y sabía que al día siguiente tendría bastante trabajo. La música le ayudaba a dormir, [i] This is STUDIO GHIBLI [/i] era lo que sonaba cuando la arquera entró a su habitación. Se despertó cuando ella lo terminaba de arropar. Antes de que se alejara, sujetó su mano para detenerla, manteniendo los ojos cerrados.

— Ven, quédate. Prometo que hoy no roncaré...