Sintió como una de esas lágrimas infantiles iba a salir de sus ojos sin poder contenerla. Jamás había imaginado que aquellas personas a quienes llamaba hermanos, se convertirían en eso, aún más familia que la propia. La mirada de Giacomo era más dulce de lo normal, podía sentirse tranquila a su lado pues sabía su secreto y lo compartía sin mayor problema, le excusaba pues tenía razón, no era la mejor manera pero él no juzgaba dicha parte pues nunca inició una investigación para ella y sus hurtos en museos, teatros, joyerías. Sonrió una vez más al escucharle y no pudo evitar soltar una risa melódica. — Claro que voy a enseñarte, tú eres perfecto para cargar a las bailarinas. Mírate. — Pasó el dedo índice por su lagrimal cerciorándose de que no se nublarán sus ojos. Neth se acercó más y con su brazo intentó envolver la mitad del de Giacomo aunque era evidente que el tamaño era mucho más superior que el de ella. — Gracias por estar aquí—.
-Tu eres mi princesa aun que hurtes "cosas pequeñas"... Además, se que no lo haces con mala intención... Es cierto que no es la mejor manera pero, ¿Qué clase de hermano mayor seria si no defiendo a mi hermanita?- Le brindo una sonrisa confiada para tranquilizarla, el estaba ahí para ella aun que fuera quizás en algo tonto a los ojos ajenos, pero eso no importaba, era su hermanita y si tenía que ponerse un tutu con tal de que ella pudiera practicar lo que amaba, ni lento ni perezoso estaba dispuesto a hacerlo.
-Bueno... ¿Me vas a enseñar a bailar pequeña?- Cuestionó felizmente un tanto burlón pero con muchas ganas de "servirle" a la chica.
— Me haces sentir como una pequeña princesa. A sabiendas que luego me he portado mal, ya sabes.. con los pequeños hurtos “menores” — Le codeó un poco. Confiaba plenamente en él, esto lo hacía en doble sentido, pues ayudaba a aquellas personas que no tenían nada y por la adrenalina de sentirse atrapada. Aquella vida era lo suficientemente lejana del entorno donde estaba, un estudio de ballet. Aunque ayudaba mucho el hecho de tenerlo ahí, ya que su familia genética nunca asistía.
-Claro que no... Eres mi hermanita, ni matandome podría decepcionarme de ti pequeña- Pero no la interrumpió más para que pudiera seguir con actividad y seguir admirando la un poco más a lo lejos.
— ¿Será que no te decepcionó después, Giacomo?— Diría entre un pequeño sonrisa, que no hacía más que dejar ver el pequeño rubor más vibrante en sus pómulos.
