𝘉𝘶𝘴𝘤𝘢𝘣𝘢 𝘳𝘰𝘮𝘱𝘦𝘳 𝘴𝘶 𝘫𝘰𝘥𝘪𝘥𝘰 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰, 𝘺 𝘨𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘢 𝘦𝘴𝘰, 𝘶𝘯𝘢 𝘢𝘴𝘲𝘶𝘦𝘳𝘰𝘴𝘢 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪𝘴𝘢 𝘴𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘻𝘰 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘨𝘳𝘢𝘯𝘥𝘪𝘰𝘴𝘰 𝘫𝘶𝘣𝘪𝘭ó 𝘱𝘦𝘳𝘷𝘦𝘳𝘴𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢𝘯𝘤𝘪𝘢; 𝘳𝘦í𝘢, 𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘶 𝘢𝘭𝘦𝘨𝘳í𝘢 𝘦𝘳𝘢 𝘪𝘯𝘮𝘶𝘯𝘦𝘳𝘢𝘣𝘭𝘦 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘻𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘳𝘦𝘱𝘶𝘨𝘯𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘴𝘦𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘥𝘦𝘤í𝘢 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘳𝘦𝘱𝘶𝘭𝘴𝘪𝘷𝘢 𝘪𝘮𝘢𝘨𝘪𝘯𝘢𝘤𝘪ó𝘯.

𝘗𝘳𝘰𝘯𝘵𝘰, 𝘴𝘶𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘥𝘪𝘣𝘶𝘫𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘯 𝘱𝘭𝘢𝘤𝘦𝘳 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰, 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘥𝘦𝘳𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘫𝘰𝘥𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘴𝘰𝘯𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘨𝘢𝘳𝘨𝘢𝘯𝘵𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘤𝘩𝘰𝘤𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘧𝘢𝘭𝘰, 𝘢𝘣𝘶𝘴𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘢𝘭𝘤𝘢𝘯𝘤𝘦. 𝘚𝘪𝘯 𝘦𝘮𝘣𝘢𝘳𝘨𝘰, 𝘦𝘭 𝘢𝘨𝘢𝘳𝘳𝘦 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘴𝘶 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘯𝘰 𝘦𝘮𝘱𝘦𝘻ó 𝘢 𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘦𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘨𝘳𝘢𝘷𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘮𝘶𝘤𝘩𝘰 𝘮á𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘭𝘦𝘫𝘢, 𝘤𝘳𝘶𝘫𝘪ó 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘰 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘴𝘶 𝘨𝘢𝘳𝘨𝘢𝘯𝘵𝘢, 𝘦𝘭 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳 𝘤𝘶𝘪𝘥𝘢𝘥𝘰 𝘲𝘶𝘦𝘥ó 𝘢𝘵𝘳á𝘴 𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭 𝘢𝘱𝘭𝘢𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘮𝘢𝘯𝘰 𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘴𝘶 𝘦𝘹𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰𝘳 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘣𝘢 𝘶𝘯 𝘥𝘦𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰𝘳𝘰 𝘢𝘴𝘲𝘶𝘦𝘳𝘰𝘴𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘯𝘪𝘮𝘢𝘭 𝘢𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘴𝘢𝘣𝘢.

𝘚𝘶 𝘷𝘰𝘻 𝘦𝘯 𝘥𝘪𝘴𝘨𝘶𝘴𝘵𝘦 𝘺 𝘱𝘭𝘢𝘤𝘦𝘳 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳𝘪𝘮𝘪ó 𝘦𝘭 𝘴𝘪𝘯 𝘤𝘦𝘴𝘢𝘳 𝘳𝘰𝘯𝘤𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘢𝘶𝘥𝘪𝘣𝘭𝘦 𝘨𝘪𝘮𝘰𝘵𝘦𝘰 𝘦𝘯 𝘧𝘳𝘶𝘴𝘵𝘳𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘢𝘳𝘳𝘪𝘯𝘤𝘰𝘯𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘴𝘶 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳𝘪𝘢. 𝘗𝘳𝘰𝘱𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘴𝘪, 𝘴𝘶𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘭𝘪𝘯𝘦𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘳𝘦𝘯𝘤𝘰𝘳 𝘫𝘶𝘯𝘵𝘰 𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘥𝘪𝘤𝘩𝘢, 𝘢𝘮𝘱𝘭𝘪ó 𝘦𝘭 𝘢𝘭𝘤𝘢𝘯𝘤𝘦 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘮𝘢𝘯𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘦𝘹𝘵𝘦𝘯𝘥𝘦𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢, 𝘢𝘻𝘰𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘤𝘩𝘦𝘵𝘦 𝘧𝘦𝘮𝘦𝘯𝘪𝘯𝘰 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘴𝘰𝘯𝘰𝘳𝘰 𝘪𝘮𝘱𝘢𝘤𝘵𝘰 𝘷𝘪𝘨𝘰𝘳𝘰𝘴𝘰. 𝘍𝘶𝘦 𝘢𝘴í 𝘲𝘶𝘦 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘴𝘶 𝘦𝘫𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘴𝘶 𝘤𝘶𝘦𝘭𝘭𝘰, 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘵ó 𝘤𝘰𝘯 𝘵𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘢𝘩𝘰𝘨ó 𝘺 𝘦𝘮𝘱𝘶𝘫ó 𝘢 𝘭𝘢 𝘧𝘦𝘮𝘦𝘯𝘪𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘦𝘭 𝘱𝘪𝘴𝘰 𝘢𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘭𝘪𝘨𝘪𝘳 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘨𝘰𝘭𝘱𝘦𝘵𝘦𝘰. —𝑴𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐 𝒔𝒂𝒄𝒐 𝒅𝒆 𝒎𝒊𝒆𝒓𝒅𝒂...

Gimoteos más audibles entonados con el dulzor de una tierna voz se escabulleron de sus labios en medio del sádico agarre que la sujetaba, mismos que fueron acallados por la inadvertida sensación de tener el glande del moreno besando lo más recóndito posible de los adentros de su boca.

Extasiante percibió el sabor, grosor y textura de ese miembro; a pesar de que en un inicio el gusto de tenerlo dentro se vio opacado por sofoco y arcadas que resultaron ser sólo un pequeño susto debido a la falta de experiencia de la pelirrosa. —Nn... nngh. — Orbes adornadas por el brillo de un par de cristalinas lagrimas se cerraron para concentrarse y aquella saliva que había ensuciado su ruborizado rostro con anterioridad resbalaba por la superficie del mismo cuando comenzó el vaivén que marcaba inicialmente un ritmo tímido, dónde sus labios actuaban como prisión y su lengua aterciopelada repartía caricias llenas de mimo, delimitando así un claro contraste entre tratos.

𝘌𝘯 𝘴𝘶 ú𝘭𝘵𝘪𝘮𝘰 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰, 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘱𝘪ó 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘴𝘶 𝘳𝘰𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘫𝘶𝘯𝘵𝘰 𝘢𝘭 𝘴𝘰𝘴𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘱𝘰𝘴𝘪𝘤𝘪ó𝘯 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘴𝘶 𝘷𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦, 𝘪𝘯𝘮ó𝘷𝘪𝘭, 𝘯𝘰 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵í𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘩𝘶𝘪𝘥𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘤𝘵𝘶𝘢𝘭 𝘤𝘢𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝘢𝘩𝘰𝘨𝘢𝘣𝘢. —𝑵𝒊 𝒖𝒏𝒂 𝒔𝒐𝒍𝒂 𝒑𝒂𝒍𝒂𝒃𝒓𝒂. — 𝘌𝘴𝘵ú𝘱𝘪𝘥𝘢 𝘢𝘧𝘪𝘳𝘮𝘢𝘤𝘪ó𝘯. 𝘋𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘴, 𝘦𝘭 𝘧𝘳𝘦𝘯𝘢𝘳 𝘥𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘦 𝘴𝘪𝘵𝘪𝘰 𝘴𝘦𝘳í𝘢 𝘭𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘯𝘵𝘰 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘢𝘳í𝘢. —𝑴𝒖𝒆𝒗𝒆𝒕𝒆, 𝒂𝒏𝒊𝒎𝒂𝒍.

𝘊𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘦𝘱𝘰𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘪𝘯𝘧𝘭𝘢𝘮𝘢𝘥𝘢 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘵𝘪𝘻 𝘪𝘯𝘪𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘰𝘥𝘪𝘰, 𝘴𝘶𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘢𝘳𝘳𝘦𝘮𝘦𝘵𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯 𝘥𝘶𝘳𝘰 𝘢𝘨𝘢𝘳𝘳é 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘢𝘭ó 𝘴𝘶𝘴 𝘥𝘰𝘴 𝘱𝘢𝘭𝘮𝘢𝘴 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘢 𝘴𝘦𝘯𝘴𝘪𝘣𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢; 𝘧𝘶𝘦 𝘶𝘯 𝘢𝘨𝘢𝘳𝘳𝘦 𝘳𝘶𝘥𝘰 𝘺 𝘤𝘳𝘶𝘦𝘭. 𝘚𝘰𝘯𝘳𝘪𝘴𝘢, 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪𝘴𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘰𝘳 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘯𝘢𝘤𝘪ó 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘶𝘣𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘦𝘳𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘦 𝘦𝘯𝘷𝘰𝘭𝘷í𝘢; 𝘶𝘯 𝘣𝘳𝘰𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘭𝘶𝘫𝘶𝘳𝘪𝘢 𝘪𝘯𝘤𝘢𝘯𝘥𝘦𝘴𝘤𝘦𝘯𝘵𝘦. 𝘕𝘰 𝘢𝘱𝘢𝘳𝘵ó 𝘤𝘰𝘯 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴, 𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘴𝘶𝘣𝘪𝘳 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘨𝘦𝘴𝘵𝘰, 𝘢𝘱𝘶ñ𝘢𝘭ó 𝘭𝘢 𝘨𝘢𝘳𝘨𝘢𝘯𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘣𝘳𝘢 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘫𝘢𝘭ó𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘪𝘮𝘶𝘭𝘢𝘣𝘢 𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘴𝘨𝘢𝘳𝘳𝘦 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘴𝘶 𝘱𝘦𝘭𝘷𝘪𝘴.

Estaba embelesada y se guiaba por sus meros instintos. Empezó a jadear, la boca se le hacía agua debido a las ganas que le nacieron de engullirlo, por suerte; él decidió friccionar ese miembro contra sus labios, dándole una pequeña probada del cielo. ''Tanto lo deseas'' Escuchó antes de replicar agitadamente un sí con el asentir de su cabeza. Entonces, un relamer de sus labios bastó para dejarlos bien humedecidos y besos sucedieron después en la zona que tenía más accesible, pero ella deseaba más, iba en busca de abrazar el descubierto glande con el candor que desprendía el interior de su boca, así que abrió lo suficiente la misma y terminó suplicando tanto con la mirada cómo con su quebradiza voz.—T-te lo suplico... deja que tu sabor inunde toda mi boca.~

Débil era su cuerpo ante la injustificada brusquedad utilizada por el moreno para maniobrarla, se derretía con la constante sensación de que era observada con ojos de decepción por ese rostro maduro, esto sumado al jalón descarado de una de sus partes más sensibles fue combustible para la excitación de Nymph, que afloró mas intensa de su intimidad. Bien era del conocimiento de la cabra lo patética que se veía babeando por la virilidad que se restregaba por todo su tierno rostro, repartiendo así su suciedad, y dejando impregnado ese fuerte y afrodisiaco olor, pero poco u nada le importaba pues [...]

—¿𝑻𝒂𝒏𝒕𝒐 𝒍𝒐 𝒅𝒆𝒔𝒆á𝒔? 𝘜𝘯𝘢 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘢, 𝘢𝘨𝘳𝘦𝘴𝘪𝘷𝘢, 𝘳𝘦𝘴𝘰𝘯ó. 𝘕𝘰 𝘭𝘦 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘰, 𝘱𝘶𝘦𝘴 𝘧𝘳𝘪𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯ó 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘦𝘮𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘢 𝘧𝘳𝘰𝘯𝘵𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘣𝘰𝘤𝘢. —... 𝑹𝒆𝒑𝒖𝒈𝒏𝒂𝒏𝒕𝒆. 𝑺𝒊 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒓𝒆𝒑𝒖𝒈𝒏𝒂𝒏𝒕𝒆.

𝘗𝘶𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘭𝘭𝘢𝘳 𝘺 𝘦𝘭 𝘳𝘰𝘴𝘵𝘳𝘰, 𝘩𝘢𝘭ó 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘯𝘰 𝘢𝘭 𝘢𝘯𝘪𝘮𝘢𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘦𝘤í𝘢 𝘢𝘳𝘳𝘰𝘥𝘪𝘭𝘭𝘢𝘥𝘰 𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘴𝘶 𝘧𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦. 𝘚𝘶𝘴𝘱𝘪𝘳𝘰, 𝘦𝘮𝘱𝘭𝘦𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘧𝘪𝘳𝘮𝘦𝘻𝘢 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘢𝘨𝘢𝘳𝘳𝘦 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘳𝘳𝘦𝘢, 𝘪𝘯𝘶𝘯𝘥𝘢𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘥𝘦𝘤𝘦𝘱𝘤𝘪ó𝘯 𝘴𝘢𝘣𝘪𝘥𝘢. ¿𝘜𝘯 𝘳𝘰𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘵𝘢𝘯... 𝘢𝘴𝘲𝘶𝘦𝘳𝘰𝘴𝘰? ¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶é...? —¿... 𝑬𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒔 𝒕𝒐𝒅𝒐? 𝘜𝘯 𝘴𝘶𝘴𝘶𝘳𝘳ó 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦𝘨𝘳𝘢𝘥𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘯𝘷𝘶𝘦𝘭𝘵𝘰 𝘦𝘯 𝘥𝘶𝘥𝘢𝘴. 𝘚𝘶𝘴 𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴, 𝘴𝘪𝘯 𝘦𝘮𝘣𝘢𝘳𝘨𝘰, 𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘥𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘳𝘦𝘮𝘢𝘵𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘦𝘯𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘳𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘰𝘭𝘧𝘢𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘶𝘫𝘦𝘳, 𝘶𝘯 𝘳𝘦𝘴𝘵𝘳𝘦𝘨𝘢𝘳 𝘪𝘯𝘮𝘦𝘥𝘪𝘢𝘵𝘰. 𝘋𝘦𝘴𝘤𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰, 𝘴𝘶𝘤𝘪𝘰, 𝘥𝘪𝘴𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘢𝘭 𝘳𝘦𝘮𝘰𝘫ó 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘳𝘰𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘴𝘢𝘣𝘰𝘳 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘪𝘯𝘥𝘦𝘤𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢.