Solo se veían esos ojos almendrados de color carmín en medio de las tinieblas, guió con lentitud una de las manos de la rubia para indicarle dónde estaba la taza, procurando que no se fuese a quemar pues Zœel era una experta en medio de las tinieblas.

—Te acompañaré todo el tiempo que quieras, de verdad quiero que descanses—

... Zoeel ‒De no ser porque reconoció la voz de aquella joven, seguramente se habría puesto a la defensiva, pero la presencia de la pelinegra siempre la tranquilizaba, su mirada buscó a la ajena, aunque era difícil percibirla en la oscuridad y ante sus palabras una sonrisa se dibujó en sus labios.‒ Siempre tan servicial... ¿Te quedarías conmigo un rato?

— Nanna~ — Le llamó para deslizar los finos dedos de su zurda entre los cabellos dorados de la chica para acomodarselos tras el oído. —¿No puedes dormir?, te traje un té relajante—