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-Tu mala forma de expresarte es una de las cosas que te hacen encantador- Admitió con toda la naturalidad del mundo, siendo aquellas palabras su sincero pensamiento hacia el dios de las tempestades, el momento entre ellos era tan cómodo y agradable que incluso se le hacía irreal, como uno de los tantos sueños que tuvo en la antigüedad, mientras descansaba de sus deberes recostada sobre los anillos de algún planeta distante, sin embargo no lo era, estaba ahí y podía sentir y tocar a Mixcoatl, no solo debía conformarse con verlo a la lejanía, lo tenía consigo más cerca de lo que nunca había sido posible, suspiró y con esa exhalación se formó una pequeña estrella de color rosa pálido, similar al sonrojo de sus mejillas -Oh... jeje, es la emoción- Mencionó ligeramente apenada, pues a veces sus poderes podían responder más a sus emociones que a sus ordenes -Creo que hacías ese trabajo mejor que yo y gracias a ello pude ir más allá... pero a la vez me alejé todavía más- Bajó la mirada con cierto pesar, pues aunque fue en pro de su tarea, ella siempre se encontró ausente y solitaria -¡Pero no tiene caso lamentarse!- Dijo animada, más para si misma que para el dios frente a ella -Tenemos una nueva oportunidad, estamos aquí y creo que es porque debemos hacer algo, pero también podemos disfrutar de la experiencia ¿No crees?- Sus brazos rodearon el cuello ajeno y dio un salto ligero, presa de la alegría -Quiero vivir todo lo que pueda y si es contigo mucho mejor, Mixcoatl-