-La fuerza de la patada la obliga a soltar la lanza en un intento por no lesionarse la muñeca por el efecto de onda que esto provocaría. Rueda por el césped hacia la orilla del riachuelo en un intento por evitar un ataque inmediato del azabache, deteniéndose antes de tocar el agua.

—Tch! —Se fue colocando de cuclillas, mirándolo desde ahí. Sólo estaba jugando con ella y esto la enfurecía de sobremanera.

—Pelea! —Le grita ella, aunque era claro que sus ataques tampoco habían sido tan efectivos contra su defensa. —Hijo de puta! pelea! —Exclamó la princesa (?)

Tomó una piedra del río, grande, pesada. Apenas cabía en su mano y la lanzó con todas sus fuerzas hacia su cara. Un ataque deshonroso, producto de la rabia y la impotencia.-