Se llevó ambas manos a los bolsillos de su largo abrigo, remarcando una sonrisilla más ácida en sus labios sin dejar de caminar junto al lobo que iba consigo por los pasillos de la gran mansión.— ¿Tú?...—reservó un silencio especial, fijando sus ojos rojizos en él.— Claro... Eres un ser lleno de pureza y bondad. Por eso eres mi Servant ¿Cierto? —sonríe tan dulce que aquel que no la conociera, creería en ella.
<<Alter>> Entonces apareciendo al lado de Misaya sonreiría, sorprendentemente no se encontraba vistiendo esa impía armadura, si no ropa particular, pero con el mismo rostro sádico e intimidante de siempre.
— ¿De qué hablas? De verdad lo soy. —dijo más como un juego de apariencias, fingiéndose ofendida por ese comentario que pudo escuchar claramente, incluso intuir de donde venía aún él no fuera visible.