Se estaba exhibiendo frente a su pareja sin pudor, pero sabía que ella llevaba las riendas: había conseguido la atención completa de la pelirroja, y no pensaba dejarla ir.
—¿Qué importa si juego sucio? Lo importante es ganar. —Su voz melodiosa tomó ese tono seductor que reservaba para su amante. Pïcara, se mordió el labio inferior con coquetería, antes de extender los brazos hacia la acechante Eshne, invitándola a unirse a ella cuanto antes. —Y como yo gano, tendrás que mimarme m-u-c-h-o esta noche. ~
El triunfo avasallante de Marissa sería inminente, seductora como ninguna otra en cuestión de segundos ya tenía a la loba a su merced, ansiando deleitarse al probar hasta lo más recóndito de quien tanto adora. Negarse era una locura que jamás se atrevería por hacer, de inmediato, ya estaría ubicada a la orilla de esa cama y a través del torpe gateo aproximarse para apresarla.
— Hey, cariño, te encanta jugar sucio al utilizar mí punto débil. — Una tonalidad pícara, con el idóneo deje erótico, agregó a cada palabra articulada.
