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𝐇𝐞𝐫𝐞 𝐢𝐬 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐫𝐞𝐰𝐚𝐫𝐝, 𝐦𝐲 𝐥𝐨𝐯𝐞 ♡
 
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Mriss · F
Darle la bienvenida fue cosa natural, así como atraerla, tocarla de la misma forma ansiosa en que era explorada sin remedio. Sus labios se abrieron para Eshne, y su garganta se deshizo en suaves gemiditos que hablaron del calor en su entrepierna; la que trató de acercar a su amada, buscando frotarse y declararle tanto su amor como su deseo en los movimientos de las caderas que salían al encuentro de la impetuosa pelirroja.

—Suck on them ~

Se retiró aquellos corazoncitos que bien poco la cubrían, ofreciendo su piel a los deseos de Eshne mientras que, tomándola con delicadeza, la guió hacia abajo tras un beso tierno, dándole hogar en su busto y esperando con impaciencia ser complacida.
Eshne · F
Una vez más fue inevitable no reafirmar aquella curvatura a través de los labios con cierta perversión plasmada en su rostro, puesto que el silencio se hizo presente, al menos de su parte mientras aún era cautivada por el gran atractivo que Marissa presumía día tras día, y así, aproximarse al instante.

No había nada más que pensar, en segundos cayó en aquella trampa adictiva. De inmediato hizo de las suyas, brindaba caricias a las seductoras caderas y entre tanto, alternarse con caricias feroces dirigidas a los glúteos; sin piedad degustaba aquellos labios que tanto adora y consideraba su perdición como si deseara perder todo el aliento y quizás, en el momento dejar escapar uno que otro jadeo.
Mriss · F
Aunque se vistió así especialmente para tentarla, esta vez no se limitó a esperar y ser tocada, pues se incorporó, acomodándose a gatas para acercarse a su pareja con la actitud de una minina deseosa de atención.

—Come and take me, little wolf... —Dijo en un susurro, una mano enguantada moviendo el dedo para invitarla.
Eshne · F
No soporta más, es sumamente complicado abstenerse y no correr directo hacía ella demostrar todo ese amor.

They best reward. — Confesaría a través del susurro, no sin antes curvar los labios con tal picardía plasmada en su faz y ese ápice de lujuria en incrementó. Todavía se tomaba el tiempo para contemplarla, deleitándose con esas prendas que no dejaban mucho a la imaginación, y en especial esa pose que incitaba a pecar sin importar arruinar las sábanas blanquecinas.

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