Enternecida sería, fue entonces contagiada por ese dulce gesto que la sonrisa definió cuan enamorada y con todo el amor silentes apreciaría esa bella escena hasta resguardarla entre sus más preciadas memorias, por supuesto, sin detener las caricias acomodando la rosada cabellera.
Un suspiro delicado fue la respuesta, lanzado en sueños. Pero la sonrisa de Marissa se acentuó, antes de frotarse con la pierna de su amada y quedarse plácida, reconfortada por las caricias que su mujer le daba.
Por un instante la comparó con un adorable cachorro, aunque no negaría la gran cursiodad por saber de ese sueño peculiar, y entre tanto conceder un par de caricias más.
