MrPMosh is using SimilarWorlds.
Join SimilarWorlds today »
0000
About Me Notes
About Me
[med]Breve descripción personal.[/med]

Samael no profundiza en temas polémicos, siempre toma las decisiones de una manera cuerda, pensando en cada escenario posible, no deja huecos en sus motivaciones y teme el equivocarse. La manera de ver el mundo es algo conformista, aunque no se detiene allí. Piensa que el humano como plaga esta gastando a su madre, y la tierra esta dandose a conocer por medio de muchas formas. No es un pensador espectacular, pero posiblemente sea un perfecto imbécil en su edad adulta.

Hablando del aspecto físico es muy tan sencillo y reemplazable como cualquiera que este leyendo esto. Su altura que es de 1.70m esta en lo que cabe del promedio, su peso es igual al de cientos de miles de personas. No sufre ni padece enfermedades que provoquen impacto en su vida. ¿Marcas fe nacimiento?, solo una pequeña en la parte de la espalda, parece una cicatriz que se extiende de lado a lado, una mancha café que provoca murmullos entre los individuos.

Su egocentrismo es lo suficientemente grande para decir que es bueno en algunas cosas, pero no lo suficiente para tomar en cuenta de que es único y especial. No rompe estereotipos, y tampoco es tan fuera de lo común.

La profundidad oscura de sus ojos no mira con desdén, sino con mucha calma, prestando atención a cada detalle de cualquier cosa. Los delgados labios que no han probado otros de verdad importantes, dan pie a palabras que llevan grandes significados. El pelo que llega a los hombros y cae cuando es demasiado largo por la cintura y se esconde entre su espalda, no lleva nada, ningún arreglo a contraste que deje algo que ver, el lacio cabello de un color oscuro azabache, solo existe.

[med]#01 El inicio.[/med]

Samael siempre se sintió atraído hacia muchas cosas que chicos de su edad consideraban perversos, o hasta aburridos. Por 16 años paso el todo su tiempo libre en el sótano de sus tíos, El Señor Villoro era un hombre corpulento, inteligente y bastante peludo, aunque su humor se limitaba a dos o tres chistes que contaba una y otra vez hasta que alguna persona se riera de él, si esto no funcionaba recurría a cualquiera de sus temas para quejas; El trabajo, Sam, la falta de trabajo, Sam, la gente rara, Sam (se podría decir que encajaba en el tema anterior), el gobierno, y por último Sam. Se notaba que no estaba orgulloso de su sobrino, si se le pudiera llamar así, claro. Por otro lado la Señora Villoro era dulce y algo tonta, daba la talla para los constantes abusos de su marido, este gritaba casi todo el día, digo casi porque la excepción de estos gritos era cuando estaba presente su hijo, Estephan. Él era como algún político que se preparaba para las elecciones del año en curso, a sus diecisiete años aún hacia pequeños berrinches en el supermercado y lloraba para conseguir lo que quisiera, pues la educación que se le dio no fue buena en ningún aspecto.

Estephan abusaba recurrentemente de Sam, pues era más grande, fuerte, y tenía dos amigos que darían la vida por él, si se los pidiera. Sam corría por toda la casa hasta que, las gordas y pesadas piernas de Estephan y sus amigos, (Oliver, y Víctor) se cansaran, o sus corazones saltaran tan fuerte que tendrían que descansar en algún momento. Esto era rutina todos los viernes, estos eran los días donde Oliver y Víctor llegaban a la casa de Estephan. Los días que no eran viernes era más o menos lo mismo, solo que el único que lo perseguía era Estephan.

En una mañana con el cielo nublado, amenazaba con una gran tormenta que pasaría larga instancia sobre toda la región. Pero nada había en aquel maravilloso cielo negro, o eso decían las noticias que miraba el Señor Villoro, mientras se ponía una corbata de color azul claro, grande pero delgada. Por el lado contrario la Señora Villoro ponía al malhumorado Estephan en una silla que era especial para él, pues tenía un cojín que hacía que las posaderas del niño no se cansaran o se lastimaran por la dura y áspera madera de las sillas. Sam miraba con la cola del ojo a Estephan, pero sus ojos se centraban en el tocino que estaba en el sartén que la Señora Villoro había dejado muy confiada para ir a despedirse del Tío de Sam.

— Podemos salir con Estephan mañana por la mañana para ir a algún lugar, si tú quieres. —decía la Tía de Sam, mientras con sus dos brazos abrazaba el cuello del Señor V.— Dejar a Sam con la señora Olivar e ir por allí…

— ¡Tonterías! —interrumpió para así aclarar su disgusto ante las palabras de su contraria—, la señora Olivar no puede cuidar a Sam, en estos momentos tiene una pierna fracturada y una muñeca rota, por su caída del mes pasado.

Los tíos de Sam con frecuencia hablaban del como si no existiese, o no estuviese allí, algunas veces se daban cuenta de lo que decían y se callaban para seguir hablando momentos después, pero esto pasaba poca vez. La Señora Olivar era una vieja conocida de la Familia Villoro desde hace algunos años. Vivía pasando la calle próxima y todos los vecinos la conocían por tener una cantidad ridículamente enorme de mascotas. Cuando los dos familiares de Sam querían tener algún momento íntimo, o querían pasar tiempo con su familia, o simplemente ir a cualquier lado sin Sam, recurrían a esta pobre anciana. Pasaba horas y horas, hablando sobre un gato y sus particularidades, o simplemente hablando de los colores fúnebres de su casa, y eso a Sam le parecía de lo más normal, pues casi la mitad del tiempo de toda su vida lo había vivido en aquella casa, la otra mitad la pasaba encerrado en su cuarto, o en la escuela.

A veces la Señora Olivar dejaba que Sam pasara un rato a solas en la casa de sus tíos para que no se sintiera preso en su propia casa, (la casa de sus familiares). Cuando eso pasaba tenía que decirle exactamente que hizo a su cuidadora, pero Sam no hacia eso y tenía sus propios secretos, como cualquier chico de su edad. Lo que hacía cuando estaba solo en la casa de los Villoro, era; jugar en el ordenador de Estephan, ir hacia la biblioteca (tenía prohibido hacer eso), y entregar los libros que antes sacaba de allí y sacar otros para esconderlos debajo de su cama, finalmente leyéndolos a muy altas horas de la noche.

Volviendo a la idea principal, la Señora Villoro reprimió una mueca y le dirigió una sonrisa falsa a Sam, el cual contesto aquella conducta con un pequeño bufido. Seguido de esto Estephan le recordó a su padre pasar por algunas cosas del colegio que daría apertura solo en dos días. Si, el primer día de clases era justo en el cumpleaños de Sam, ya esto no le regeneraba ningún sentimiento pues, aunque no fuese el primer día de clases, sus tíos no preparaban ningún regalo para él, el único que tuvo de ellos fueron algunas cosas viejas de Estephan para el colegio que aún tiene en su propiedad pues a él no se le da ningún apoyo para este colegio.

—¡Eso es Estephan!, es muy bueno que recuerdes lo que tienes que llevar a tu colegio, me enorgullece que tengas tan concentrada tu mente en eso de la escuela. ¡Y tú! ¡Sam!, —agregaba mientras miraba con desprecio a su sobrino— deberías de poner más cuidado en lo que engloba a tu colegio, pon más atención en las cosas que debes de llevar, no seas tan irresponsable.

—Aunque te hubiese dicho algo sobre mi escuela no me habrías puesta atención, ni siquiera te importa.—era lo que respondía mientras cubría su boca con una mascarilla dispuesta a salir por la puerta grande a algún lado de la calle.

Justo cunado estaba a punto de salir notó que había una presión en ambos brazos, era su tío y Estephan que tenían agarrados sus dos hombros y casi al mismo tiempo como unos gemelos malvados nacidos en épocas diferentes decían, —¿Adónde vas? Por supuesto Sam como era costumbre prefirió no responder y meterse de nuevo a la casa hasta que, no hubiese nadie y salir de nuevo. La sonrisa tétrica invadió la cara regordeta de los gemelos, y uno de ellos se separó para ir a su trabajo.

Después de aquellas acciones las ganas de salir de Sam, hasta en la noche donde sin darse cuenta estaba pensando en ir a la escuela como primera opción. ¿Quién puede no entrar en la escuela en este horario?, pero la pregunta no era esa la que la cabeza de Sam se hacía una y otra vez sin encontrar una respuesta.

— ¿Quién es el loco que tiene el pensamiento de ir a visitar su escuela a la 1:03 de la madrugada?, ¿Por qué este pensamiento lo invadía con tanta fuerza?— Esas eran las verdaderas preguntas que la mente de Sam hacia una y otra vez, ¿Debería aquel joven ir por allí como si fuese normal tan temprano a su nueva escuela?, demasiadas eran las ganas de ir a aquel lugar y poca la resistencia que el menor tenía ante sus deseos.

Así salto de la cama hasta llegar a su armario donde recogería la ropa con la que iría a aquel lugar, al terminar de vestirse no olvido su abrigo y una linterna, no se puede andar en un lugar oscuro sin alguna linterna. Con la interna en el bolsillo de su sudadera, empezó a bajar por la ventana de su cuarto, este quedaba al lado de el de Estephan, el cual tenía un balcón, y paso por allí antes de bajar. Bajo sin ningún problema y supo que tuvo que tener mucha suerte para hacerlo, pensamiento que lo dejo inmóvil un par de minutos esperando algún ruido. Esto no sucedió.

Era demasiado extraño que él tuviese buena suerte, no hubo ruido de parte del tío, o algún movimiento súbito en el cuarto de su primo, no le dio importancia, talvez eso marcaba que su suerte cambiaria. Así se dirigió hasta el gran colegio de grandes puertas y ventanas, patios amplios con algunas estatuas y una o dos fuentes en el patio principal. Ignoro aquellas estatuas y las fuentes, no llamaban tanto la atención de Sam como lo que había allí dentro.


Cuando se acercó a las grandes ventanas del colegio se dio cuenta de que una de ellas estaba abierta, ¿Por quedejarían una ventana pequeña abierta?, ¿Había allí alguna cámara que captara lo que estaba haciendo y eso de la ventana solo era una trampa?, miro a su alrededor y no vio ninguna cámara, cosa que lo calmo bastante. Paso un pie por la ventana, y después su cabeza, ya en un movimiento tuvo todo su cuerpo dentro del edificio, no cerro la ventana, por miedo a que algo que estuviese afuera lo dejase allí adentro, y eso le costaría caro, pues si los Villoro se enteraban de que salió tan temprano le daría motivos para unos cuantos meses de castigos severos.

Miro a su alrededor una vez dentro, y soltó un leve suspiro.

Sabía que el lugar donde iba a estudiar era uno de los mejores del país, pero esto era algo fuera de serie, las paredes eran adornadas por una pintura que cubría todos los pasillos, y techos de aquel edificio, como aquella capilla, La Capilla Sextina. Sin duda Estephan debía recibir, y estar en lo mejor, él solo estaba allí para ser el juguete/sirviente de él, por capricho, los Villoro antes muertos pagarían esto para Sam.

En su anterior escuela nadie lo quería, no porque fuese mal visto, o porque su ropa era daba mal aspecto, (la vieja ropa de Estephan) sino porque, Estephan se encargaba personalmente de todo aquel que fuese amable con Sam, y nadie quería meterse con su banda de obesos. Los castigos que pasaban iban desde un jalón de orejas, hasta una golpiza tan seria que tenían que llevarte al hospital.

Una vez Damián Figueroa se mostró amable con Sam, le dio la mitad de su comida, y paso la mayor parte de los descansos con él, hablando sobre cosas interesantes, y temas de amigos. Eso hasta que Estephan se enteró de aquello, con furia llego hasta donde estaban sentados Damián y Sam, y levanto a Damián del cuello de su camisa sin decir una sola palabra. Ya con el niño entre manos empezó su sermón que daba a todo el mundo por ser amable con Sam.

— No voy a dejar que nadie hable, o mire a Quarter, —dijo Estephan llamando a Samael por su apellido, dando énfasis a sus palabras una por una— él no merece la pena de nada, ¿Está claro?, no merece nada. Metételo en la cabeza y piensa en ello, ahora vete de aquí inútil.

Con singular habilidad Damián de quito de las manos del cerdo que lo sostenía, y corría hacia la libertad que era fuera del alcance de Estephan.

— Dime una última cosa.— Dijo Estephan cuando Damián se encontraba ya la mitad del camino hacia la libertad— ¿Entendiste lo que te dije?

Con un quejido que decía que si, entre el miedo que sentía, Estephan no tuvo la menor duda de que su objetivo había sido completado, con una sonrisa dirigida hacia Sam, y daba por terminado aquel día escolar de tortura, para dejarlo sin amigos de nueva cuenta.

Se desplazaba por los pasillos como si supiera hacia donde iba o si conociera aquel lugar, en su mente pasaba todas las posibilidades de lo que podía suceder pero no pensó claramente, y seguía adentrándose cada vez más y más hacia la oscuridad de los pasillos que parecían llamarlos. Había sabido por varios años que el este colegio tenía una de las mejores seguridades, y también las mejores cosas para estudiar química, e informática, además de que tenían uno de los telescopios más potentes de todo el país.

Un resplandor al final del pasillo alertaba a Sam de que un guardia se estaba acercando hacia el pasillo donde él estaba, su corazón casi se sale de su pecho cuando miro esto, y rápidamente volvió a salir por donde habría entrado antes de que el guardia pudiese verlo, era el único guardia que cuidaba la escuela, ¿Por qué justo en ese momento el guardia había pasado por allí?, —pensó Sam mientras tomaba fuertemente su pecho por lo que había vivido hace unos segundos.

El guardia ignoró la presencia de Sam, y paso como si no fuese nada. Volvió a meterse al plantel sin darse cuenta de que solo habían pasado unos segundos desde que el guardia paso por ese pasillo. Corrió hasta el próximo y sin darse cuenta estaba frente a una puerta que quedaba a un lado de un salón de clases.

— “Literatura y Filosofía”. Así que aquí es. —Susurro, por la presencia del guardia—
Estaba frente al cuarto donde sería refugiado por un año.

Abrió la puerta muy lentamente, y esta soltó un rechino que pudo alertar hasta a alguien que estuviese fuera de la escuela, naturalmente nadie estaba afuera por ser tan temprano y solo alerto al guardia que corrió hasta donde nació el ruido. Sam dejo abierta la puerta, esperando que el guardia fuese dentro de aquella, pero esto fue demasiado tarde. El guardia estaba casi dando la vuelta hacia donde se encontraba el y la puerta, y no podría ni siquiera corriendo con todas sus fuerzas llegar hasta el otro lado del corredor, así que rápido como una gacela tuvo que entrar en la puerta que esta al lado de la de donde estaba el cuarto.

Una vez estando dentro cerro a máxima velocidad para evitar ser atrapado por aquel guardia, este ya se encontraba fuera de las dos puertas cuando apenas cerro la puerta, solo cerro la puerta con furia por no encontrar nada, y maldijo varias veces hasta que no se escuchó una vez más. Pasaron varios largos minutos antes de que Sam pudiera moverse con total libertad por cualquier lugar de aquel cuarto.

Sam pensó que habían pasado solo unos minutos desde su llegada al colegio, pero había sido una larga hora la que dio lugar a todos los hechos. Bajo las escaleras con su linterna de aquel cuarto mientras miraba su reloj que marcaban las 2:05 AM, y de pronto… Espera, ¿Escaleras?, no estaba en otro salón de clases, era el cuarto de limpieza, ¿Por qué el cuarto donde se guardan las cosas de limpieza estaba al lado de donde se daban las clases?, no dio más importancia ante esta curiosidad cuando ya estaba al nivel del suelo.

Una vez allí abajo, miro a su alrededor.

Telarañas por todas partes, goteras, y un chillido que venía de la ventila que tenía a unos metros adelante de él. Las goteras se extendían hasta llegar a un lugar donde había escobas, y más objetos de limpieza, suspiró. Cada que daba un paso tenía que extender su mano para apartar las telarañas que había delante de él.

Miro hacia varios lados, dándose cuenta de que el único lugar donde había un mueble era aquel donde se apoyaban las escobas, le pareció algo extraño. No era normal que en una escuela de gran magnitud el cuarto de servicio sea tan pequeño, con poco, y escaso inmobiliario.

Un escalofrío inundaba su cuerpo, parece que el vivir todo esto le había dejado algo que sentir. Volvió a mirar el reloj: 2:30 AM, con el movimiento súbito al subir la muñeca para ver la hora había movido un poco la linterna, y con su luz se había visto el rastro de un brillo incandescente por un segundo. Su vista rápidamente capto aquel brillo y trato de imitar aquel movimiento, no sucedió nada, y trato de nueva manera dos veces más, y en la última el brillo otra vez había dado la cara. ¿Qué podría ser aquel brillo?, ¿Algún espejo le había una mala pasada?, ¿Una botella de aromatizante?, sus preguntas fueron respondidas por algo que no se esperaba.

Aquel mueble estaba roto, y lo que provocaba aquel brillo no era más que cerradura plateada de una puerta que estaba oculta por ese mueble. Muerto de curiosidad su mente adolescente le ordeno que moviese aquel estante, y eso fue lo que hizo en cuestión de segundos, no se cuestionó curiosamente por esto, pareciera que la puerta lo llamaba.