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I'll kill anyone that gets in our way.
 
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Motomami · F
El cosquilleo de la adrenalina y el odio que sentía en ese momento se disipaban con el frío de las cadenas en su cuello, la traían de regreso a tierra, a enfocarse en Neon, que de alguna manera podía controlar su instinto sangriento. No sería la primera vez que se encontraba en una discusión con Mía, sólo que esta vez no había existido en su mente la posibilidad de dejarla con vida. Cuando Neon tiró de la cadena, quedó a su lado sin decir nada más, sin quejarse ni emitir un sonido, la experiencia le hacía saber cuándo callarse mientras Neon tuviera la palabra, sobre todo si había una cadena en su cuello: no tendría duda que sería capaz de romper su cuello si fuese necesario.

Bastó darle una mirada de soslayo a Mía para dar por terminado su conflicto, dándole la espalda a la muchacha.
MiaAyuzawa · 26-30, F
Realmente después decir esas palabras había desconfiado en el acuerdo de Neon por lo que cerró los ojos como si aquello fuera el final de su vida, no se estaba rindiendo, solamente sabía que era incapaz de pelear con ellos dos.

Observó en silencio todo lo que hacía Neon con el mismo temor de siempre al ver aquellas cadenas tragando saliva, disminuyendo un poco su presión, por momentos parecía estar en un mundo completamente diferente.

Se quedó en silencio escuchando a Neon, bastante frustrada, tratando de volver a levantarse, como si aquel golpe no hubiera importado, sintiendo mareos por la caída. Le dió algo de tos antes de responder, le gruñó. —Está bien.—
en tanto predicar soluciones óptimas para el problema. Un gruñido de su máscara fue una felicitación para la sucub, a la cual estrangulaba con su firme agarre para garantizar su armonía. Su visor fue a la orgánica femenina.

𝟔𝟔𝟔#𝑴𝑬𝑪 ➛ Moriste, fuiste cortada en pedazos. Yo elegí perdonar tu vida, yo elegí amarrar con alambre tu carne. No quiero que digas nada Mía, nada. Recuerda nada más que mi herramienta no es para jugar, no importa que ella te llame, te susurre al oído. Un arma es un arma, te volará las tripas si juegas con ella. Ahora sí... ¿Quedó claro?
❝ Cállate, Mía.

Ordenó Neón, mientras alzaba el cigarrillo. Su humo oscuro crepitaba, así como la ceniza era una hojarasca en el suelo bajo sus pesadas botas blindadas. Neón no tenía una verdadera empatía por nadie, cuestión que era su máximo defecto, para él Mía representaba una herramienta imperfecta, disonante e inutilizable para si, pero aún así encontraba en ella la función de representar una humanidad que ni él ni Liz tenían. Jaló de la cadena para atraer a la sucubo, comprimiendo sus eslabones directamente desde su mano implantada, atrayendo a la sucubo como si fuese el gancho de un carnicero, o el anzuelo de un pescador. Su nula empatía sin embargo no le hacía imbécil...
Motomami · F
Rozó el arma por la piel ajena, tan sólo haciéndole un corte superficial como un rasguño, y guardó la misma en la saya que estaba atada a su cadera.

Sin orgullo ni vergüenza, sólo se volteó para ver a Neon y asentir, aún demasiado alterada para mostrarse sonriente y tranquila. Simplemente tomó la cadena y se la colocó en el cuello, asegurándose que estuviera cerrada y ajustada.

—Sí, mi señor.
Motomami · F
Ofrecer decir las últimas palabras le parecía una cortesía por el simple hecho de que la había considerado su amiga con anterioridad, pero Liz vivía para causar dolor y disfrutar de la violencia, a pesar de que su objetivo predilecto no eran las mujeres, y no iba a alimentarse de ella, Liz quería colocar la cabeza de Mía en un estandarte de "no te metas conmigo". Sentía el calor fluir por su cuerpo, como la adrenalina le empezaba a cosquillear mientras las voces en su cabeza decían: ¡Mátala, mátala, mátala! Hizo un movimiento de brazo, alzando la katana para ejercer un corte limpio y rápido de manera horizontal por la garganta de la muchacha, pero escuchó a Neón. Y sólo por eso, su brazo se detuvo, tenso al casi tocar el cuello de la muchacha. Tuvo que respirar de manera profunda y cerrar los ojos, tratando de disipar el impulso de acabar con ella, pero para suerte de Mía, ella misma se había sometido al dominio de Neon.
MiaAyuzawa · 26-30, F
Momentos después de decir aquello, se le quedó observando a Neon, no impresionada de su aparición porque debía protegerla pero si agradecida de ello, le atemorizó escuchar el sonido de cadenas por lo que de inmediatamente cerró los ojos, de alguna forma la presencia de ambos le generaba conflicto de alguna manera y los dos eran un peligro, siendo peor juntos, por lo que suspiró soltando un quejido de dolor. Prefirió quedarse en silencio para observar la situación.
MiaAyuzawa · 26-30, F
No se había arrepentido de ninguna de aquellas palabras incluso sintiendo el golpe. En el fondo quería saber hasta dónde ella sería capaz de llegar y si realmente Neon le iba a proteger como había sido aquella promesa, quedándose espectante ante su propia situación, observaba a Liz aún con miedo y algo de intriga.

—Nunca había pensado mis últimas palabras, que no me arrepiento de nada de lo que he dicho, es todo.—
Le divertía en demasía la situación, por la mera ley de la jungla de los mercs: Los fuertes sobreviven, los débiles sufren. Para él un cúmulo de estimulos hacían resaltar sus sensores de adrenalina, teniendo que inyectar un poco de narcótico entre los cromos para lidiar con su propia conducta de ciberpsicopata. Encendió su cigarrillo, mientras desvinculaba su camuflaje, en la mano de Neón yacía una cadena de eslabones plateados, cuya punta poseía un gancho. Caminó hacía Liz sin censura, recordando que ella solía llevar su collar, metafóricamente objeto de señal de su pertenencia. No se lo colocó, meramente lo hizo pendular de lado a lado, dando a entender que sería ella quién misma se lo pondría.

❝ ¿Ya te divertiste, Liz? Vuelve aquí.
Motomami · F
Liz ya no respondió más a sus provocaciones verbales, en su mente sólo había una cosa: matar. Y aunque aquella pelea no era un desafío para ella, ni cerca un esfuerzo, le resultaba satisfactorio como el matar a un mosquito que estuvo dándole vueltas en la cabeza por horas. La mujer, de casi dos metros de estatura, aunque juvenil y hermosa, tenía la mirada oscura y tenebrosa, causando que el ambiente se llenara de una tensión terrible, una oscuridad como una niebla. Extrajo la katana y apoyó el filo en el cuello de la muchacha.

—¿Últimas palabras?

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