—Quizás solo pienso que tú lo eres. Por mi, podrías usar un trapo viejo y me parecerías igual de atractiva.— Movió uno de sus brazos, después de notar el temor en ella. La conocía bien y no requería de su halo para saber lo que ella necesitaba. Darse cuenta de eso le provocó un extraño alivio, mientras rodeaba su cintura para proporcionarle un mejor apoyo.

—Supongo que es parte de tu detestable e irresistible encanto.— Evocar tiempos mejores la ponía un tanto nostálgica. Recordó como odiaba que todos amaran a Lemuen en la Academia de Laterano. Y saberse a ella misma admirando su belleza, su habilidad e inteligencia incluso cuando la "odiaba".