—¡Para ti era divertido!— Se quejó, deteniéndose de golpe para cargarla, como si fuese una princesa. Decidió que ya había sido suficiente. —Para mi, era frustrante. Fue demasiado satisfactorio cerrarte la boca como siempre desee hacerlo.— Canturreó, la cercanía le permitió dar un pequeño beso en la comisura de sus labios.
Pese a que su vista se mantuviera fija en su andar, escuchaba atentamente a Mostima. Volvió a reír, de esa manera dulce que le caracterizaba terminando por apoyar con cariño su mejilla contra el brazo de la más alta. — Nunca busque competir contigo sin embargo cuando menos lo esperé, ya estaba haciéndolo. No porque realmente quisiera, termino siendo algo muy divertido eso de molestarte.—
—Algo...— Desvió la mirada, aunque no dejó de sujetarla con firmeza, el paso era por demás lento, quizás excesivamente. No quería provocar que se sobre esforzara. —Aunque si lo pienso detenidamente, quizás ni siquiera te odiaba. Solo odiaba que yo no podía ser mejor que tú, sin importar de qué forma lo intentara.
No pudo contener una risa corta antes de dar un par de pasos, algo torpes por aquel deje de inseguridad que existía en ella con respecto a sus piernas pero aún así no se detuvo, se sujetó firme de Mostima y respirando lentamente avanzó. — ¿En verdad me odiabas tanto? — sonrió divertida dando un toque con su dedo índice sobre las costillas de Helel. —
—Quizás solo pienso que tú lo eres. Por mi, podrías usar un trapo viejo y me parecerías igual de atractiva.— Movió uno de sus brazos, después de notar el temor en ella. La conocía bien y no requería de su halo para saber lo que ella necesitaba. Darse cuenta de eso le provocó un extraño alivio, mientras rodeaba su cintura para proporcionarle un mejor apoyo.
—Supongo que es parte de tu detestable e irresistible encanto.— Evocar tiempos mejores la ponía un tanto nostálgica. Recordó como odiaba que todos amaran a Lemuen en la Academia de Laterano. Y saberse a ella misma admirando su belleza, su habilidad e inteligencia incluso cuando la "odiaba".
— Los doctores dijeron que me haría bien intentar poner en práctica mi rehabilitación aquí al exterior...no podía salir vestida como abuela. — hizo un pequeño puchero, volvió a sujetarse de Mostima y suspiró, se encontraba un poco tensa a decir verdad, le preocupaba dar un paso en falso por lo que solamente tomo con más firmeza su brazo. — No esperaba que pensaras que es sexy ese atuendo... tratándose de ti, nada me sorprende.
—Si, puedes lastimarte.— No dejaba de mirarla con preocupación, aunque al final sonrió ligeramente. —Aunque admito que extrañaba verte vestida así. No me mal entiendas, no es diciendo que tu usual atuendo de abuela no sea sexy.
