Sonrió ligeramente, negando, aún inclinada hacia ella, la verdad era que sentía que con Lemuen ni siquiera tenía que fingir. —Me ha estado dando órdenes los últimos cinco años. Algo se me tenía que pegar.
Sonríe y niega con su cabeza tirando un poco de su chaqueta para besar sus labios. — No es una queja, últimamente acostumbras mucho estar a la defensiva. ¿Acaso Fia te ha contagiado algo de su temperamento? —
