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¡Mira lo que encontré adentro de un viejo libro!

Me recuerda a cuando Diosito nos sentaba en una mesa larga larga a desayunar buebitos con catsun a todos los angelitos.
 
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Exs1575615 · 22-25, F
Realmente disfrutaba esos momentos de paz y aunque era raro, agradecía tener esas oportunidades de hablar seriamente con Mostima. Exusiai suspiró y asintió con su cabeza pues entendía a lo que se refería. Esas palabras disipaban toda clase de mala idea que algunas veces llegaba a tener acerca de la mayor. — Siempre vuelves a tu hogar, siempre volverás. ¿Cierto?. — Apoyo su cabeza contra la de ella aprovechando que la ajena estaba apoyada en su hombro. — Y por supuesto que por nada cambiaría todo esto. Puedo ser yo misma y explotar cada una de mis habilidades. Sin mí, medio penguin logistics habría muerto. — Añadió orgullosa.
Mostima · 26-30, F
—Tu hermana era una completa psicópata.— Cerró los ojos, como si mencionar a Remuel le causara recuerdos, conflictos, más en un segundo volvió a abrirlos, inclinándose para apoyar su mejilla contra el hombro de la Sankta. —Creo que terminaste en el mejor lugar, Exia. Emperor es un buen jefe, y tú eres una buena agente. Se que no podrías cambiar las aventuras y las fiestas por nada del mundo. Y yo...— Dejó escapar un pequeño suspiro. Sabía que si le decía lo que realmente pensaba de las Pinguinas rompería ese momento de paz, así que decidió callar. —No se, supongo que simplemente intento no morir. Al final del día no importó si era la más lista, o la más hábil. Pero... ¿sabes? me hace feliz tener un hogar al cual volver.— No se refería a la base, ni a esa "familia", se refería a ella. Su paz, su descanso, estaría ahí donde ella estuviera.
Exs1575615 · 22-25, F
Rodó la mirada por su comentario, Mostima no podía tomar nada enserio. Suspiró y se recargó en ella prestando mayor atención a la fotografía. — No lo sé, en laterano son demasiado...rectos en cierto aspecto, sus aspiraciones parecen ser siempre las mismas. Aunque mírame dónde termine, trabajando bajo las órdenes de un pingüino demente. Quien diría que también tú, la alumna estrella acabaría aquí. — Se encogió de hombros. — Ese no era mi lugar, jamás lo sentí así y creo que mi hermana tampoco. Quizás por eso se fue. —
Mostima · 26-30, F
—¿Raros?— Aquella extraña confesión despertó su interés. La caída se colocó a un lado de Exia, rodeando su cintura con ambos brazos se acercó para mirar la fotografía también. —Bueno... siempre te criticaron porque sabían que te gustaba la música rock. Un ángel no debería escuchar cosas creadas por el diablo.— Soltó una risita, después de otra broma de mal gusto.
Exs1575615 · 22-25, F
Cruzó sus brazos e inflo sus mejillas ligeramente. Claro que estaba haciendo algo pero jamás lo aceptaría. Exusiai volvió la mirada hacia la fotografía, su expresión se volvió un poco seria. — ¿Es normal que sintiera que no pertenecía a ese lugar?. Es decir todos ahí eran tan...raros. — Hizo una mueca.
Mostima · 26-30, F
—¿Qué? No estoy haciendo absolutamente nada.~— Levantó las manos, como quien quiere demostrar su inocencia.
Exs1575615 · 22-25, F
Y efectivamente esa mirada acorraló a la sankta en recuerdos que prefería siempre evitar. Sacudió su cabeza, sus mejillas teñidas en carmesí por la vergüenza. — ¡Oh vamos, dame un respiro! — Reprochó empujando ligeramente a la mayor.
Mostima · 26-30, F
—¡Pero mira que linda!— No pudo evitar reír, había sido natural, genuino, algo extraño en Mostima que siempre fingía una sonrisa para no ser cuestionada, para mantener sus secretos con ella, para no caer en el profundo abismo... —Ya veremos si dices lo mismo después de unas cuantas copas, las cosas que has dicho y hecho en estado inconveniente.— Al fin le soltó, y afiló ligeramente su mirada, como si recordara cosas que seguramente serían vergonzosas para el ángel.
Exs1575615 · 22-25, F
Era extraño cuando tocaba su cabello de esa manera, no malo, simplemente la llenaba de nostalgia. Se apartó moviendo sus manos para que la soltara. — No voy a dejar que me peines, así que ya deja eso!
Mostima · 26-30, F
—Está bien, está bien, el cabello corto también se puede cuidar.— Colocó la mano sobre su cabeza, y deslizó los dedos en su cabello, de una manera que distaba mucho de ser un gesto de simple e inocente cariño. —Esperaré a que estés borracha para que dejes que te peine.— Luego esa actitud sutilmente lasciva cambió, con una amplia sonrisa sujetó el flequillo que cubría uno de sus ojos, alzando su cabello en un chongocornio.

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