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Red hands never fade.
 
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Mostima · 26-30, F
—No...— Extendió la mano hacia ella, más no pudo alcanzarla, no quería separarse, nunca quería separarse de ella... pero era su deber. Su horrible deber. Mostima era fuerte, a pesar de esa horrible herida, no perdió la conciencia, los médicos de Rhodes tuvieron que dormirla para empezar a trabajar.

Horas después, estaba en una de las habitaciones, el sedante había hecho su trabajo y la había mantenido inconsciente durante un buen rato, hasta que lentamente abrió los ojos. Todo dolía.
 
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