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Exs1575615 · 22-25, F
Infló ligeramente las mejillas en una expresión un tanto infantil y es que con Mostima no se podía, siempre se salía con la suya. ¿O en realidad Exia resultaba ser tan débil ante ella?.
No podía quejarse, reprenderla no daría ningún resultado a final de cuentas así que sin mas se acercó lo suficiente para dar un beso en el mentón de la mayor y después escabullirse bajo su brazo y dar pequeños saltos por el pasillo, girando sobre uno de sus pies para verla manteniendo sus manos entrelazadas en su propia espalda. Parecía sin duda una niña pequeña y mimada frente a Mostima.
- Llévame a comer golosinas, después quiero ir a ese lugar alto en donde podemos ver todo...quiero ver el cielo, extrañamente es hermoso después de una catástrofe. - Al final esa era Exusiai, buscando todo lo bueno en lo malo.
Mostima · 26-30, F
—Te van a escuchar, Exia.~— Canturreó, mirando la puerta del cuarto de la doctora, que estaba frente a ellas, y después de ese empujón que apenas y la movió, se inclinó aún más, invadiendo por completo el espacio personal de la Sankta, con una sonrisa triunfante.

—¡Sabía que te convencería!
Exs1575615 · 22-25, F
Su vista rápidamente bajó al ser acorralada, era muy evidente la presencia que Mostima tenía además de la forma en la que le hacía sentir siempre que estaba tan cerca de ella. Carraspeó un poco y se encogió de hombros como si no estuviera segura de su respuesta pero fue suficiente volver la mirada hacia la de la más alta y la empujó con la fuerza que no llegaba ni a la mitad de la de Mostima. — ¡Bien!...Pero vas a comportarte. — elevó un poco la voz y relajó sus hombros apenas sentenció su condición. —En verdad eres imposible. —
Mostima · 26-30, F
Se detuvo ante aquél regaño, después de que ella dejó el encargo, y aunque Exusiai se veía en realidad molesta, Mostima no podía ocultar la felicidad que le causaba verla de nuevo.

Carraspeó suavemente al sentir el golpe, soltando una ligera risa. —Estaré en la base por unos días.— Debía recuperarse, sus heridas estaban siendo tratadas por la doctora Kal'tsit, a petición del jefe, más decidió que la Sankta no tenía que saber eso. —Así que... ¿Me perdonarías si te nombro la Reina y Diosa de mi vida durante esos días?— Se inclinó hacia ella, acorralándola al colocar su palma sobre la puerta cerrada de la habitación. —Haremos lo que tú quieras, iremos a donde tú quieras...
Exs1575615 · 22-25, F
Pero los dulces no serían suficientes, al menos no por ahora. La Sankta llevaba en manos el paquete y miraba al frente sin perder su camino. No era un destino largo, en realidad esas cajas irían a las oficinas de la doctora.
Una vez que las dejó se giró hacia ella y cruzó sus brazos levantando la mirada hacia Mostima.
— Siempre actúas como si nada pasara. — y eso era precisamente lo que más dolía. Suspiró pesadamente y extendió su diestra para dar un golpe en la nariz de la más alta con su dedo índice. —Necesitaras mas que golosinas para que te perdone está vez.
Mostima · 26-30, F
Despreocupada llevó las manos a la espalda. Podía notar que Exusiai estaba enfadada, y con justa razón. Era una dinámica dolorosa su relación, las largas ausencias, las emociones intensas, que siempre terminaban de una sola forma.

—Te traje dulces de Lungmen, de la tienda del viejo Lin...— Dijo suavemente, mientras la seguía.
Exs1575615 · 22-25, F
Le miró de reojo y negó con su cabeza antes de volver su atención al frente. —No es necesario. - Sin evitar sonar un poco fría respondió asegurando el agarre de la caja con sus manos.
Mostima · 26-30, F
—Puedo ayudarte a cargarlo si tienes problemas.— Se acercó a ella, caminando un par de pasos atrás. No respondió nada más a su petición, pues alguien como Mostima no es de cambiar sus costumbres.
Exs1575615 · 22-25, F
— Hace mucho que no me llamaban así. ¿Podrías tocar al entrar?. Estoy llevando un encargo frágil.

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