Con los lentes fuera fue más sencillo para la escritora tomar el rostro de su adorado y acomodarla suavemente sobre su pecho. Acaricio la melena azul y contempló en silencio algunos de los cambios que podía leer solo de vistazo. Siempre sus ideas mejoraban con cada cambio por eso no lo había detenido de seguir experimentando. — Yo creo que cada corrección que haz hecho se merece su propio libro... Cada versión fue preciosa. Pero entiendo que quieras esforzarte... Y te garantizo que serás bien recompensado, tienes un talento nato, cualquiera lo reconocerá al instante... Aún así, prométeme que vas a descansar.

Se retiró los lentes y se frotó los ojos después de oírla. Katherine tenía razón: se sentía agotado por revisar una y otra vez el texto con la excusa de modificarlo pero en cada revisión solo terminaba cambiando todo e iniciando de nuevo. Se volvía demasiado perfeccionista sobre sus propios textos.

—Sé que voy a hallar algo malo y seguiré corrigiendo. Entiendo tu punto Kat pero...

Era difícil evitar cambiar todo cuando se trataba de una oportunidad de hacerse conocido, y leído.

Su rostro no se ruborizó por primera vez, quizá porque estaba viendo esa expresión de cansancio que, como era de esperar, despertó su instinto protector. Le quitó los lentes tratando de ser cuidadosa y finalmente beso su frente.— ¿Por qué no descansas un poco? El escrito aún tiene buen tiempo antes de presentarlo a la editorial...

No esperaba el acto pues estaba enfocado en sus escritos, por lo que al sentir la frazada, giró su rostro hacia la mujer, sonriendo con cariño.

—Gracias, linda. No estaría sano si no fuera por ti.

No sabía si se podía tomar esa libertad, pero con cuidado se acercó para colocarle una frazada en la espalda, acomodándola para que cubriera buena parte de su cuerpo. — Está haciendo frío... Me dolería mucho verte enfermo.