Se sorprendió de verle moverse y despertar, casi quiso insistirle en no darle importancia a Gerard lo suficiente para despertar, ya que había procurado ser silenciosa con su reproche hacia el perro, aunque había sido lo suficientemente alto para despertarlo.
—Es un gruñón —comentó, haciéndole señas al perro para que se acercara. Se enderezó un poco en su asiento para hacerle espacio al canino. Éste se acercó después de unos segundos, y evitando el contacto con el 'desconocido', se acurrucó a un lado, junto a Moon.
—Veamos cuánto tarda en llegar la otra. —mencionó, refiriéndose a Spike.
– Por su parte, Audric habría cedido ante la calma y los gentiles brazos que le rodeaban, logrando desprenderse de la tensión que a menudo le acompañaba para rendirse por unos momentos ante un sueño ligero y superficial sobre el regazo de Moon, hasta que aquel murmullo le despertó; notó como ella veía hacía un costado y al voltear su mirada pudo ver al pequeño bulldog francés, mirándoles con una mezcla de recelo y timidez. – Hay espacio para uno más . . . ¿No? – Comentó, esbozando una sonrisa a la par de que separaba su brazo izquierdo de la chica, estirando la zurda en dirección a Gerard, moviendo de manera juguetona los dedos con ánimos de motivar al perro a acercarse. –
Después de aquello, no dijo nada más. Dejó que la calma reinara la instancia al compás de las respiraciones tranquilas de ambos. Al cabo de unos minutos, rodeó a Audric entre sus brazos con gentileza y cerró los ojos para dormitar, sintiéndose en paz, relajada, y se habría quedado dormida del todo, de no ser por el constante "tic-tic-tic" de las patitas de sus perros contra el piso de cerámica.
Abrió los ojos un poco para encontrar a Gerard observandolos desde lejos, con su carita arrugada y fruncida. Moon apretó sus labios para reprimir una risa, y reprocharle en un susurro:
– Al sentir como ella ladeaba su cuerpo para verle, sus parpados se entreabrieron perezosamente, para así mirarla a los ojos mientras la escuchaba. Una discreta pero sincera sonrisa se esbozó de forma casi inconsciente en sus labios tras aquellas palabras, y una vez que ella volvió a estrecharle, él hizo lo mismo con calidez y suavidad, relajándose de nuevo mientras volvía a cerrar los ojos. – Me alegra saber eso . . . – Contestó, está vez con mayor calma en su voz. –
—Con cuidado, apoyó su mentón en la coronilla ajena, continuando con las caricias en su cabeza, peinando su cabello e incluso llevando una de sus manos a su espalda alta, para corresponder las caricias que le daba a ella. Con su comentario, rió con suavidad, abriendo sus ojos y ladeando su cuerpo para mirarle al rostro momentáneamente— ¿Acaso crees que eres una molestia? —Volvió a acomodarse en la posición anterior, apretándole levemente contra sí. —Para nada.
– De forma casi inconsciente, ante las suaves caricias, estrechó con suavidad a la chica entre sus brazos, y en un gesto de reciprocidad, una de sus manos comenzó a acariciar lenta y paulatinamente la espalda ajena. – En ese caso, diría entonces que todo el día, pero tampoco quiero volverme una molestia.
—Cerró sus ojos también, procurando las caricias con ambas manos en su cabello, con cuidado, despacio, peinaba las hebras entre sus dedos, presionando suavemente las yemas de sus dedos contra su cuero cabelludo— Está bien, aunque te puedes quedar el tiempo que quieras.
- Una vez se acomodo en ella, rodeó su cintura con ambos brazos, cerrando los parpados y exhalando un profundo y aliviado suspiro apenas percibió las caricias en su cabello. - . . . Que sean diez, mejor.
