¡Mhg! Cuanta trampa era acallar sus comentarios con esos dulces labios, y sin embargo no podía quejarse por tal decisión.
Se aseguraba de que ese sabor perdurase en esos besos que tan gustosa aceptaba, usando las uñas para marcar los glúteos que consigue exponer, y guardando cualquier sonido que exprese su placer gracias a tales tratos. Se relame los labios, un fuerte y firme agarre hubo en aquellas carnes.
Si Death quería decir algo más, Helena ya estaría apagando sus palabras con otro beso profundo y atrevido, guiada por el gusto que sentía al saber que tenían un pensamiento en común.
Y su mano continuó avanzando, subiendo por su cuerpo hasta su objetivo, el masajear y tocar cuidando no ser muy brusca con esas uñas que la loba portaba. Jadeante, separó un poco su boca de ella.
Se ruborizó, esas palabras dieron en un punto que provocó un enorme gusto. Había sonreído, ¿es que Helena no se cansaba de ser tan espléndida? Parece que cada segundo se supera.
Es un hecho que esas manos le encantaron, tan suaves y diferentes de lo que pudieran ser sus comentarios, y eso solo hace crecer su emoción. Sus manos suben, y con ello, podría exponer más de ese atractivo cuerpo que posee.
━ Tan salvaje, me encanta eso; puedes hacerlo, tampoco es que desee dejar que alguien aparte de mi, pueda ver tu perfecta figura. ♡
Dejó de moverse, el balanceo había cesado para concentrarse en esos dedos que podían emocionarla más; no sabía a qué nivel de atracción podía llegar con tan linda mujer.
Los pensamientos de Helena se ven interrumpidos por aquellos senos perfectos, expuestos sin pudor. Los que una vez pudo apreciar sin tocar, ahora quería poseerlos en sus manos. Esa era su intención, en un marcado desliz de la diestra por el torso de la mayor, iniciando desde el abdomen.
— Oye...~ Parece que sí tienes una idea correcta. Pero, si alguien viene tendré que sacarle los ojos, porque no quiero que nadie más te vea así...
¿Qué camino debería tomar? Hay tantas opciones que se le complica elegir la más adecuada para compartir con esa mujer. Sin embargo, no se retiene al explorar bajo ese vestido, reclamando la piel que pudiera exponer con ayuda de sus dedos que tocaban sin descanso, hundiéndose en aquella tierna piel que resultaba adecuada para marcar una y otra vez. Relamió sus labios, pequeña neblina que surge cuando se expone ahora el torso de la más alta, sin nada que cubriese los firmes senos pálidos.
━ Tengo una pequeña idea de lo que puedes desear. ♡
Helena no necesitaba explicar para qué le había elegido, si todos sus actos expresaban ese sentimiento por estar con ella. Una sonrisa jadeante es mantenida cuando ese par de manos la sostiene por los glúteos, respondiendo con un juguetón movimiento lado a lado. En ese momento, Death podía reclamarla y ella seguiría en esa actitud lujurioso, y hasta sumisa, asomando su lengua para corresponder a el desliz de la suya.
Ah. ~ Que perfecta sensación la de tener a Helena para ella, cada mínimo suceso en ese momento resultaba encantador, desde esos labios tan apasionados hasta el calor que aborda cada tramo de su cuerpo, ¡sabía que era la mujer indicada! Perfecta en todo sentido de la palabra. Sentir el peso extra solo da la motivación para ser más posesiva; un aferre a las redondas carnes, apretando cuán proclamada dueña de tal loba, con una coqueta risa que libera al lamer esos preciosos labios con la punta de su lengua.
━ Vaya, que afortunada soy por tener toda esa atención tuya. ~
Helena se quería adueñar de esa boca. Tenía en ella un impulso, la calurosa necesidad física de tener a Death y, por cómo esos labios devolvían la intención, esa albina lo disfruta aún más. ¿Qué mejor sensación, que la de ser correspondida por la persona que aumenta su apetito? Las caricias en los glúteos son recibidas con un leve balanceo hacia adelante, con la más alta como sustento para su cuerpo. Sonrió, con una nueva mordida justo antes de hablar en un susurro.
— Tengo buena suerte, me seguiste y ahora te tengo para mi...~
Esa tan obvia necesidad y tal cambio que pudo mostrar, había una cosa que lo podría explicar, aunque para ese punto no le podía prestar una pizca de atención, no cuando su paladar se embriagó en el dulce sabor de unos labios que un mayor anhelo despertó. Ese atrevido gesto en sus propios labios sería respondido del mismo modo, con su lengua asomándose para probar la opuesta, sus palmas bajando sobre esa espalda solo para dar con los glúteos, regalando caricias constantes, sin pudor por delante.
No la dejaría ir, si pudiera, tampoco le dejaría respirar. Era mucho su deseo contenido por ella, expresándolo en ese beso necesitado con sus manos abiertas sobre esa cintura, tomándola con mayor presión. La loba mostraba su esencia atrevida, mordiendo y jalando el labio inferior de la mujer, asomando algunas lamidas lentas que se camuflaban en la danza de sus labios.
