Bueno, por más que su situación ahora fuese precaria y peligrosa, una cosa era segura: había tenido éxito, pues sus pies estaban nuevamente en contacto con el suelo. Eso, al menos, le brindaba algo de tranquilidad y de satisfacción. Y ni qué decir de cómo los elegantes dedos de la deidad ya no retenían su cuello, prácticamente amenazando con partirle éste.
— Qué mal humor, ¿sabías que te saldrán arrugas mucho más pronto así?
Esgrimió su más carismática sonrisa, aun cuando con aquella apariencia no pudiese apreciarse adecuadamente esto. Sin embargo, a pesar de su impertinencia, no era tonto. Sabía que una cosa era soltar algún comentario elocuente y no muy respetuoso, pero otra era desacatar una orden que le era dada mientras lo apuntaban con un arma.
Levantó sus temibles patitas a la altura de la cabeza, le dio la espalda a la mujer, y sin más dilación comenzó a caminar hacia donde le indicaba.
<< ¿Una orden?>> La Shogun detuvo su paso sintiendo hervir la sangre por culpa de la "rebelión". Nadie en su sano juicio a levantado la voz y expuesto sus deseos sobre los suyos. Ese ligero instante donde su mirada se enciende como la luz reflejándose en los cielos tormentosos.
Solo lo soltó y no precisamente para acariciarle el lomo con sus delicadas y firmes manos. El electrificante ambiente aun era cómplice del cómico estado del felino. Tan pomposo y malhumorado, tan confiado y elocuente. Frunció el ceño liberando su arma una vez mas, maniobrándola para cortar el molesto viento y señalarle con la hoja.
-Tu lengua no conoce los limites de mi ciudad, espero que tus patas conozcan la ubicación de mis deseos... Camina- Ordeno sin titubeo.
— ¡Brrrr! — Aquel corrientazo no solo le provocó un cosquilleo, sino también un escalofrío que le recorrió de pie a cabezas. Aún peor fue la sensación que le produjo la manera en la que todo su pelaje se erizó hasta convertirlo en una bola de felpa.
— ¡Exijo que me bajes en este momento! ¡Es una orden, nya! — No le importaba ante quién estaba, todo aquello estaba resultando una enorme afrenta hacia su persona. Y, como felino que era, no podía permitir que su dignidad y su orgullo fuesen mancillados.
Para hacer énfasis en sus palabras, señaló el suelo a sus pies —. ¡Bájame y dejaré que me acaricies el lomo!
¿Cómo se puede ser tierno y rebelde a la vez? A la eternidad no le perturba eso y es precisamente eso lo que enciende las alarmas de la todopoderosa ¡Es momento de intentar barrer todo tipo de dudas! y no dejarse engañar por la cosa que podría ser la mas bonita que vera el día de hoy.
Su mano se acalambro haciendo que sus finos dedos se clavasen en el cuerpo peludo y bien uniformado del minino. Siendo su manera de castigar a quien no siguen su propia ley dejo salir un par de caminos eléctricos provocando un poco mas de cosquillas en el bulto peliazul.
Nuevamente se sintió extraña al tener contacto con una imagen suavemente cómica. Ahora era el una bola de pelos esponjosa, tal cual lo hubiesen sacado de la secadora.
— ¡Métete con alguien de tu tamaño! ¡Solo envidias mi ternura! — El felino manoteaba, pataleaba, forcejeaba. Se negaba a toda costa a dejarse vencer por la mujer.
Colocó sus temibles patitas peludas y acolchadas sobre la mano que le retenía, e hizo uso de su visión para emitir algo de frío sobre la piel femenina, con la intención de causarle algún entumecimiento que le permitiera soltarse.
Ese argumento no la convenció. Ese gato a salido de los parámetros permitidos de la region, se reproducen de a montones! - Se inteligente y permítete descansar - Su sombra cada vez se sobreponía a la figura gatuna deteniéndose justo donde lo quería.
¿Debería darle cuello y evitar mas bajos trucos? Sus manos se movieron rápido y termino por levantarlo... Aun le causa ruido el hecho de que ahora los felinos necesiten ropa y calzado.
Lo apreso entre sus brazos y lo llevaría a dicho lugar. Pobre de el si usa las garras para rasguñar. Ni la mirada mas dulce y el ronroneo relajante le va a salvar
— Lo único malo que he hecho es ser demasiado tierno para este mundo —. Retrocede con cada paso que da la Shogun. No le queda otra alternativa salvo emplear su técnica secreta, copiada de otro minino. Abrió lo más posible sus ojos, los cuales se mostraron aguados e hizo un gesto triste con los labios.
-En definitiva, te trasquilaremos para evitar que te suicides en medio de tu cautiverio...- Comenzaría a caminar directamente hacia el minino. Agregando que no existen las trasquiladoras usaría la hoja de su lanza para ello.
