— No hay mejor arma que la estrategia, aunque consideramos como algo parejo, no tengo arma alguna para poder cometer algún crimen más que mis manos y antes de atacarte, prefiero mucho antes tocarte, no siempre hay oportunidad de sentir una piel tan tersa como la tuya.

— Si te dejo lavar mi cabello vas a tener mi espada y cuello a tu disposición, una táctica perfecta para tenerme vulnerable, además de estar desarmada a tu merced. Quien iba a decir que podías ser tan ingenioso.

— Podría mostrar mis colmillos y marcarlo sobre ti, pero una bestia también observa a su presa antes de atacar. Podría marcarte la piel con ellas y habría valido el riesgo, pero como dices, siempre es mejor el sigilo y que mejor manera que empezar lavando tu cabello para despistar.

— Me declaro culpable, es similar a observar una bestia en su entorno, hasta que no se ve atrapada, no muestra sus garras. Quería ver esas garras, aunque si vas a usarlas para lavar mi cabello me doy por satisfecha.

— Vaya que lo has hecho, no es algo común que alguna en me observé de esa forma, aunque admito que tu presencia solo hace que sea difícil arreglar mis acciones estando como estoy ahora. Diría que está a la temperatura perfecta, pero juzgalo tu misma, así que acompáñame, ya que estás aquí, al menos aprovecharé para lavar tu cabello.

— No quiero un trato especial, prefiero la experiencia de sorprenderte en tu ambiente natural; así se vuelve más divertido ver como tratas de arreglar tus acciones. En cuanto al agua, si está tibia podría acompañarte.

— Más allá de explicaciones, diría que es una falta por no avisarme de tu llegada, de haberlo hecho habría Sido más ameno compartir el agua contigo. Pero como lo has dicho, nunca sabes lo que es estar del otro lado, es una forma divertida de ver las cosas.

— ¿Una falta de mi parte? No imaginaba que debía dar explicaciones o seguir órdenes, no es mi estilo. Pero que forma tan divertida de conocer los otros lados de la moneda.