El resplandor plateado que surgía de aquel símbolo de invocación se elevó haciéndose más intenso, logrando que la joven entrecerrara la mirada, dentro de esa energía, rápidamente comenzó a materializarse aquello cuyo hechizo ha invocado.

—Una base de plata y hierro.
Una Base de piedra y el Archiduque de los contratos.
Que el dorado sea el color al que pague tributo.
Que se levante un muro contra el viento que está por caer.
Que las 4 puertas cardinales se cierren.
Que el camino dividido en tres, que llega al reino desde la corona, rote.
En este momento declaro: Mi voluntad creará tu cuerpo y tu espada cuidará mi destino.
Ríndete ante el llamado del santo grial
Si estás dispuesto a obedecer esta voluntad y esta verdad, responde.
En este momento yo juro:
Obtendré las virtudes del cielo,
seré todo lo bueno en el mundo eterno,
dominaré sobre todos los males del infierno.
Tú que fuiste nombrado por la trinidad del poder,
emerge desde el círculo de restricción
¡Guardián de la balanza celestial! [...]

De golpe le vinieron los recuerdos del pasado y, por un instante, sintió que algo le estrujaba el corazón.

—¡Tch!

Negó con el rostro y fue directo hacia el taller de aquella enorme y elegante mansión. Cerró la puerta y tras realizar el círculo mágico con la sangre de los sacrificios, colocó el rollo de un pergamino antiguo sellado con un lazo que alguna vez fue de color dorado. Entonces extiende su mano al frente y deja fluir su mana para activar el círculo y comenzar con la invocación.

En un instante, un resplandor emergió del suelo haciendo brillar cada trazo de aquel símbolo.

Llevaba una coleta alta debido a lo caluroso del clima así que no le resultó difícil notar lo que estaba sucediendo al revisarse en el espejo del sanitario.

—Ya es hora… — Murmuró por lo bajo al notar la apenas perceptible forma de aquel “tatuaje” sobre su piel.

Soltó su cabello y con cierta ansiedad, terminó las clases y se apresuró a volver a casa. Apenas probó alimento y llenó los contenedores de agua y comida de sus preciadas mascotas para de inmediato ir al taller. Estaba deseando realizar el ritual con una sola idea en la mente. Necesita alguien fuerte, un hombre poderoso al cual tener bajo su dominio, sirviéndole como un perro fiel.

Solo le tomó un par de días el que la marca se completara y se volviera visible. Las alas de querubín adornaban ahora su nuca, dándole su rango como master para la actual guerra por el grial. Una vorágine de emociones se arremolinó en su interior. [...]

Desde aquel día siempre supo que su destino era llegar a ese momento. Durante años esperó por ello. Viviendo lo mejor que pudo, practicando diariamente, alternaba su tiempo entre el colegio y aquel taller que otrora pertenecía a su padre. Esa mañana no fue distinta a las demás, la joven Misaya salió de casa para acudir caminando al colegio, nuevamente tuvo que escaparse de la protección de sus guardias para lograrlo, pero valió la pena.

Había visto a esa chica por la ventana, en silencio la contempló por unos instantes “También es una magus” acunó la frase en su pensamiento y casi al instante soltó un suspiro al tratar de evitar que la imagen de sus pesadillas se formara en su mente.

Apenas iba por la mitad de las clases cuando al caminar por el pasillo, una de sus compañeras le hizo el comentario de que tenía algo en la base del cuello. [...]