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—We couldn't say them, so now we just pray them... Words that we couldn't say.
 
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¿Pero cómo resistirse a imbuirse en la dulzura de aquel beso que los labios posaban sobre su cabello? Aquel hombre de semblante duro y con un cuerpo tan lastimado como su alma en verdad parecía ser otra persona distinta a la que había conocido tan sólo meses atrás. Y con ese último susurro en su oído sintió su corazón contraerse al conmoverse de manera inevitable. Un resoplido acompañó la sonrisa tenue y enternecida que se le dibujó en los labios, y enseguida ambas manos subieron hasta encontrarse con los brazos ajenos, presionándolos con cariño, como si de esa forma le regresara el abrazo que estaba recibiendo.

—Yo también, Dante. No hubiera podido soportar ni un día más lejos de ti. Sentí que estaba a punto de ahogarse. Siempre vienes a salvarme de mí misma.— musitó en un murmullo acentuado por el eco del baño, para así girar el rostro sobre el pecho ajeno, buscando recargar su frente en la barbilla ajena.
No pudo evitar encogerse de hombros y de sonreír con cierta picardía ante la mención de sus huidas matutinas, apresuradas y desordenadas. Era cierto, contadas eran las veces que habían podido tener una mañana tranquila, o un día libre, ya fuera por su trabajo o por el de él. Se rió con él, terminando así de apaciguar esa melancolía que se disipaba por completo mientras el eco reproducía los vestigios de sus voces y la ligera música de fondo. Abrió los ojos y dejó su cerveza de lado tal como él había hecho antes.

—Prométeme que lo haremos, no importa si tenemos que escapar. No puedes hacerme ilusiones sobre la playa y no llevarme, ¿sabes?— dijo con un resoplido ocasionado por una risilla tan breve como la anterior. Sus sentidos parecían volver a adormecerse cuando le escuchaba hablar, pues la suavidad de las palabras ajenas se sentía como una caricia tan reconfortante como sus dedos al peinar su cabello mojado, que la hacían querer volver a cerrar los ojos para sólo sentir y nada má
Cerró los ojos por unos instantes una vez que sintió la seguridad del fornido pecho del platinado bajo el peso de su propio cuerpo y dejó salir un pesado suspiro de alivio. La delicadeza de aquellos brazos toscos a la vista fue natural, haciéndola sentir absolutamente protegida, resguardada. Una sonrisa honesta se dibujó en sus labios que, por la posición, el investigador privado no pudo vislumbrar. Sentía la respiración ajena levantar su cuerpo con ligereza, y la cadencia de esas respiraciones apaciguaban su tumultuoso corazón. En silencio, agradeció la presencia de aquel hombre que la sostenía con una suavidad disonante con su apariencia, pues era verdad, después de todo lo que habían pasado juntos, la conocía lo suficiente como para acallar todas sus angustias con cosas tan simples como una cerveza mientras tomaban un baño.
DevilHunterDante · 31-35, M
Una suave risilla se le escapo al recordar aquellas veces, pero la misma se disipó prácticamente enseguida, y por unos breves instantes, la música y el rítmico goteo del grifo del agua fueron lo único que sonaba en el pequeño baño, haciendo eco. — … Honestamente, la pregunta no es “cuándo”. No sabría decírtelo. Para cuando me di cuenta… Ya era así. Pero de lo único que tengo certeza, es de que fue gracias a ti. — Cerró los ojos, agachándose tan solo un poco, y con suma lentitud y sosiego, plantó un beso pausado sobre la cabeza ajena, antes de susurrarle de forma apenas audible. — Te extrañé, Misato. Nos extrañé.
DevilHunterDante · 31-35, M
Dejo la lata en uno de los bordes, no sin antes darle otro profundo trago y enseguida sus brazos la rodearon lentamente a la altura de los hombros, estrechándola en un abrazo firme, pero siempre considerado, e inclusive, delicado. — Diría que saber qué es lo que quieres y necesitas es parte de mi papel a cumplir, estando contigo… Pero tampoco pienso darme demasiado crédito, no es tan difícil, siendo tan similares. — Su brazo derecho se separó, para así ascender lentamente, llevando la diestra hacía aquella larga y espesa cabellera violácea, humedeciéndola y peinándola al pasear sus dedos entre las hebras de la misma. — La playa suena perfecto. No me caería nada mal algo de sol, no ha parado de llover por días… Eso, y despertar y que te quedes en la cama conmigo, en vez de verte salir disparada por la puerta hacía el cuartel. —
DevilHunterDante · 31-35, M
Aquella inquisitiva pregunta sobre el aspecto de su compañera le tomó desprevenido a medio sorbo de cerveza, sonriendo divertido mientras dejaba escapar un resoplido que simbolizaba una risa sin concretar. Se lo tomaba a la ligera, pues la conocía tan bien que sabía que simplemente estaba bromeando, pero más allá de eso, para él aquello simbolizaba una pequeña victoria al revivir, aunque fuese un poco, aquella esencia tan particular de ella. Fue la pregunta que vino después la cual le dejo pensativo por unos instantes, pero no obstante la escuchó con atención y acto seguido, permitió que se colara entre sus piernas, escuchando el agua mecerse con suavidad, volviendo a desbordarse un poco mientras ella se desplazaba para finalmente quedar recostada sobre de su pecho.
En seguida, se abrió camino entre las largas y musculosas piernas ajenas y se metió entre estas de espaldas, para después recostarse sobre su pecho cálido, suspirando profundamente, acurrucándose sobre él, buscando su abrazo y quizá hacer lo que se hacía en esos lugares; bañarse.
—¿Estás insinuando que me veo decrépita?— cuestionó con falso enojo, más bien como queriendo recuperar su habitual sentido del humor, queriendo regresar a la normalidad. El agua se desbordó ligeramente y las pequeñas olas no se hicieron esperar entre ellos. Escuchó con atención sus palabras y comenzó a sentir una ligereza en sus adentros, su sonrisa parecía ampliarse conforme el platinado hablaba en murmullos amables. Agradeció la empatía silenciosa que tenían y chocó su lata con la ajena.

—¿Cuándo fue que te suavizaste tanto?—agregó, como indicando así que brindaba por ese cambio tan visible en él y que gozaba. —Lo prometo, pero sólo si lo que dijiste antes significa que tomaremos unas vacaciones. Llevo años sin ir a la playa, ¿sabes?. —se llevó la cerveza a los labios y le dio un copioso sorbo.— Pero qué refrescante, ¿cómo es que siempre sabes lo que necesito?— cuestionó con un semblante renovado por todo lo que ahora acontecía.
El sonido de las pesadas botas de Dante al entrar hacía un eco reconfortante, pero más reconfortante fue el sonido de la radio con una melodía suave y amena, perfecta para disipar aunque fuese un poco aquella melancolía latente que llenaba el lugar. Lo siguió con la mirada mientras ponía las cervezas en el borde de la tina, mientras caminaba, y mientras se despojaba de la pesada ropa que llevaba encima. Sonreía con una calidez que sólo la intimidad profunda entre dos personas brindaba, no lujuriosa, pues a pesar de que siempre ese cuerpo lleno de cicatrices, ahora tan sólo deseaba sentir el calor reconfortante que le daba para olvidarse de toda esa nostalgia abrasiva.

—¿Cuándo tengo semanas que no son difíciles?— dijo sin intención alguna de ser sarcástica, más bien burlándose de sí misma. Le hizo espacio en la tina y con una sonrisa entretenida, tomó la cerveza que este le ofrecía y la destapaba mientras lo veía acomodarse con cuidado para poder caber en ese espacio tan pequeño.
DevilHunterDante · 31-35, M
— Hizo otra pequeña pausa, y alzó su diestra, extendiendo su cerveza hacía ella en intuitiva seña de querer brindar. — … ¿Me prometes que te darás un respiro de vez en cuando?

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