Miroku

-¡Su-Sueltenme! N-No respiro- trataba de levantarse y liberarse, escuchando a lo lejos las mentiras del monje y tratando de ver al grupo de personas que efectivamente escuchaban atentos a Miroku.

Pero no paso mucho tiempo un par de doncellas se acercaron a las niñas y cargaron al pequeño kitsune para que soltaran al y fuera liberado de el abrazo de las infantes, pues antes de que el monje pudiera convencer a los aldeanos con su farsa, Shippo era trasladado en los brazos de esas doncellas a la mansion, justo se sentaron en el amplio comedor que daba vista a un patio con un estanque enorme.

-M-Miroku...- susurraba buscando al mayor con su mirada pues estaba nervioso al no verlo pero, pronto una musica tranquila y relajante se escucho por el lugar.

Al parecer del infante le estaban dando la bienvenida, la doncella que lo traia en brazos se sento sobre sus rodillas colocando al niño sobre su regazo, mientras otras mas se acercaban dejando frente a el un plato de pescado asado.

Shippo dudo un poco pero despues de que una mujer le acerco el pescado y lo olfateo su estomago sono indicando que tenia demasiada hambre, asi que tomo el pescado que le estaban ofreciendo, comiendo un trozo.

-¡Esta delicioso!- exclamo con una amplia sonrisa y comenzo a comer el pescado olvidandose de el paradero del monje,

El pequeño Kitsune salto del hombro del monje, no seria participe de su farsa, pues pensaba que esas personas eran muy ingenuas si le creian a Miroku. Al estar en el suelo saco uno de sus dulces que Kagome le habia regalado, y miro de reojo a Miroku.

-No deberias hacer eso Miroku se ve que son buenas personas.- le reprendio llevando su paleta a la boca, si bien no le gustaba que Miroku hiciera eso, era la unica forma que el conocia de sacar dinero y tener algo de comida, su estomago rugio, pero el no queria participar en el fraude.



Camino alejandose un poco de el, estaba seguro que si accedia, el monje le pediria que se convirtiera en una especie de demonio para que asustara a los habitantes y era algo que no iba a aceptar, no seria parte del juego de Miroku, el tendria sus propios medios.

Cuando le dio la espalda y camino un par de pasos, unos cuantos niños se le acercaron rodeandolo, y comenzaron a abrazarlo y a tratarlo como si fuera una especie de juguete.

-¡Ay Ay! ¡No me aplasten mi colita!- decia forcejeando tratando de liberarse.

Suspira negando y cerrando los ojos y ahora baja a posarse en su hombro izquierdo sujetandose con sus manos sobre el, era real no tenia remedio, el sabia que todas sus palabras eran solo mentiras, Miroku no iba a cambiar, y seguiria siendo un pervertido sin remedio.

-Si sigues asi Sango te va a dejar- le susurro un poco pero cuando olio el aroma que desprendía las casas de la aldea alzo mas su mentón para olfatear mejor- ¡QUE RICO HUELE!-exclamo mientras se le hacia agua a la boca, pues ya tenia mucho tiempo que no comía apropiadamente, aunque no lo dijera extrañaba a Kagome y eso hacia que el zorrito se descuidara un poco, al final ella siempre le daba dulces y jugaba con el. A pesar de mostrar esa madurez, Shippo aun era un niño.

-Soy un pequeño zorrito pero se cuando decir no, Kagome dice que eres un monje mañoso y yo lo he visto- se cruza de brazos deteniéndose con sus patas arriba de su hombro para no caer- No me puedes engañar como a los demás, no soy tonto- dijo con aire superior mostrando un poco de madurez en su voz, una característica que predominaba del infante aunque fuera un menor- Sango se molestara si sigues de pervertido.- llevaba sus manos a la cabeza del monje apoyando también su mentón en la coronilla de su cabeza soplando uno que otro cabello azabache que tocaba su nariz mirando al frente.

Sube a su hombro viendo la bolsa de monedas y entrecierra los ojos mirandolo de reojo.- Si exorcismos, sigues siendo un monje pervertido- dijo entre dientes.- pero si tengo hambre- dijo cuando su estomago comenzo a rugir.

-¡Miroku! Es bueno verte ¿Como estas?- el kitsune se sienta en flor de loto apareciendo una paleta con su magia y comiendola.