Juzgan, señalan, critican, pero nadie se toma la molestia de comprender y saber la historia del objeto de ataque de su filosa lengua. No se dan cuenta que con su veneno, estropean jardines fértiles y llenos de flores, marchitan todo a su paso hasta que no queda nada, sólo queda el vacío de la soledad y el vestigio de su odio que taladra en la cabeza. Son ignorantes, pues no saben todo el daño que causan con tan sólo abrir la boca sin pensar y son egoístas, porqué sólo les importa pisotear el jardín de los demás para que el suyo se vea más hermoso.