-Aquel glúteo rebotó con suavidad por su nalgada y se sonrojó debido a ello, pero no opuso resistencia ya que era la mujer, la adorada pertenencia de Ignazio, por lo que el podría tocarla cuando el quisiera, incluso entrecerró sus parpados cuando inspeccionó aquella zona tan bella y a la vez tan privada.-

... N-Nadie puede poseerme como tu lo haces~ Soy completamente tuya, amore~

-Mencionó en un tono un tanto tímido como agudo, cuando fue entonces cargada de forma imprevista por el fuerte varón, que a su vez se aprovechó para acariciarle con aquellos largos y estilizados dedos en su rosadita vagina, lo cual le hizo entremecer un poco y hasta morder su labio inferior.-

N-Nos pueden ver... hazukashii~

— Sí, aunque me darían celos que vieran eso que me pertenece.

Dio una sutil nalgadita a su regordete glúteo y luego tomó ambos con sus manos y los apretó entre si y los separó para ver ese coñito que estaba a un pequeño tirón de tanga por quedar expuesto, al igual que su agujerito anal.

— Mfff...

Al verla tan sensual y pensar que alguien más la podría ver, alzó a su mujer y se la echó al hombro y se la llevó a un lugar más privado. Y mientras caminaba, le iba frotando el coñito con un par de sus dedos.

— Mía. ~

Claro, que puedes hacerlo, soy tuya después de todo ¿No?~

— Esa tanguita pide a gritos que la haga a un lado. ¿Debería hacerlo, principessa? ~