—Minami —se dió la vuelta, con una expresión tranquila—, descuida, sí haces esto para explicarte no hay nada que decir. Somos libres de hacer lo que gustemos. No te estoy jugando, y claro, aquí tienes.

Mostró que en su libro, a mano izquierda estaba un dibujo de la lencería, con una descripción y seguido de eso, en la hoja derecha, el dibujo de la mujer, en el dibujo ella estaba igual a como Mahdi la encontró, calcando esa expresión tímida pero decidida que le pareció advertir en ella al momento de verla. Quizá fue inoportuno hacerse frente al espejo, pues no había dejado que ella se admirara.

—Y sí me lo permites, no veo necesario que ocupes esto para sentirte linda, o atractiva. —Tomó la hoja y la cortó con cuidado para regalarle el dibujo, ya luego lo haría otra vez.

Terminó por asentir con la cabeza, y volvía hacia la puerta para salir de la habitación.

—Que tengas una buena noche, el descanso es importante.