[code]Ignoró ese dichoso cumplido con una curva perfecta de sus labios. La ignorancia era una bendición, pues cualquiera que lo conociera realmente temería lo que podría llegar a hacer si estaba enojado.─ Y más, y más, y más... ¿Hasta qué? ¿Hasta que estés con los labios hinchados, la respiración agitada y un fuerte rubor sobre tus mejillas? ─podría haber dicho mucho más, pero fue silenciado con tan magnifico movimiento. Sus manos cesaron el movimiento para adaptarse a esa unión, apegándose contra el cuerpo femenino hasta que él mismo corrompió el momento y lo elevó al siguiente nivel. Sus labios se abrieron y dieron paso a su lengua, misma que no dudó en adentrarse a la cavidad bucal ajena para buscar a su pequeña acompañante. Una danza apasionada comenzó entre ambos músculos, degustando de ese sabor tan particular. [/code]