[code]Extendió su garra hacia tus labios, brindándote su dedo, no te permitía aun incorporarte, pero si, te ofrecía la venia de su terrible digito, su falange que era ofrendada a tus labios para que la besaras, para que la complacieras, a medida que observaba hacia el panorama vacío, como si contemplara un “algo” una escena que solo el gran arbitro podía entender, aunque nada hubiese más que el flujo de madera de aquella ostentosa habitación, y solo la pareja, los esposos que se adoraban de esa forma tan enferma, cercanos al enorme trono donde el orgulloso caminante de planos, descansaba.

Paseó sus dedo de comisura a comisura en tus labios, enseguida, giró su faz, devolviéndote la atención, saliendo de ese ensimismamiento peculiar, y, simplemente, contemplándote con cierta nostalgia.
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—Te amo…