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Meve1573256 · F
Como si se tratase de un gato arisco, Maeve se hizo a un lado cuando Mael empezó a pasar sus dedos por el cabello femenino, componiendo en su rostro una mueca de desagrado muy propia de ella. ¿Por qué su compañero de viaje era tan tontamente confianzudo? Maeve había aprendido desde niña que el mundo era hostil y que, en pos de su propia supervivencia, tenía que cuidarse a sí misma, permitiéndose únicamente confiar en escasas personas para lograr sus fines; no obstante, uno de esos elegidos era el jovial y demasiado amable de Mael. Maeve podría jurar que él era el verdadero castigo por todos los males que la fémina había hecho en el pasado.
Cuando su mirada volvió a la — aparentemente — nueva adición al grupo, observó con atención la manera en la que el viajero cedió su daga y escuchó las palabras tan presuntuosas que salieron de su boca, mismas que le causaron una pequeña risilla.
Cuando su mirada volvió a la — aparentemente — nueva adición al grupo, observó con atención la manera en la que el viajero cedió su daga y escuchó las palabras tan presuntuosas que salieron de su boca, mismas que le causaron una pequeña risilla.
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