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Yuki2104 · F
Era una imagen demasiado sublime, la había visto cientos de veces desde su conversión, pero esta era la primera vez que sonreía de oreja a oreja al observarla. Estaba con alguien que quería y más aún, ella lucía feliz también. Así que permaneció en silencio, observando como los débiles rayos del sol, se convertían lentamente en sombras conforme se hacía el anochecer y el cielo comenzaba a mostrar pequeños y débiles destellos de las estrellas, como los brillantes ojos de Mercy cuando sonreía emocionada.

—Tenías razón... —Le susurró Yuki con esa sonrisa aún en los labios, contrastando con una furtiva lágrima que se deslizaba por su mejilla —Es muy bello —El viento sopló fuerte de nuevo, haciendo ondear agitadas las largas hebras de ambas melenas y sus ropas, llevándose así un par de tristes pensamientos de su mente. —La próxima vez, traemos a Haniel, ¿te parece?—
McMgdl · F
Mercy escuchó con atención, dejando su vista sobre Yuki para no perderse detalle de lo que ella tuviera por decir. La forma en que ella habló le hizo saber que aquellos eran recuerdos aún frescos dentro de ella, y se prometió a sí misma ayudarla a que se volvieran tesoros en vez de pesos en su conciencia. Estuvo a punto de responder, cuando la pelirroja le hizo voltear hacia el horizonte una vez más: el escenario parecía un lienzo tiñéndose lentamente con los matices del ocaso, conmoviendo a Mercy al grado de humedecerle los ojos. Se sentía maravillada ante la hermosa obra del Creador, y se preguntó para sus adentros cómo era posible que los seres humanos no se dieran cuenta de los regalos tan espléndidos que Él les había dado; cosas sencillas pero inmensas, como la naturaleza, los amaneceres, las estrellas. O el mismo atardecer que ahora tenía la dicha de contemplar. Quiso hablar, pero le fue imposible: un pequeño nudo le cerraba la garganta, aunque nada logró disipar su sonrisa.
Yuki2104 · F
La ciudad se teñía lentamente de un tono anaranjado con matices púrpuras. Las nubes adquirían aquel mismo tono en su parte baja y un azul y gris oscuro en la superior. Los cristales de los edificios reflejaban la luz con brillantes destellos que hacían parecer diminutas estrellas en la tierra.

—Bueno... —No era algo que le incomodara, pero sin duda, le traía nostalgia estar tan lejos y cerca de su viejo hogar y los recuerdos que esto conllevaba, le provocaban una opresión en el pecho—es una isla pequeña... Recuerdo que a mi madre le gustaba prepararme sopa de pescado... Mi padre viajaba mucho, para poder conseguir dinero y mantenernos. Nuestra casa estaba al pie de una colina, donde ellos construyeron dos altares en honor a sus antepasados y donde... —Justo en este punto, su voz se distorsionó, sonando un poco ronca y temblorosa. Aspiró hondo el aire de la tarde y con los ojos un tanto húmedos, señaló al frente, justo para ver el sol descender lentamente—Mira! Es la hora!
McMgdl · F
—Es tan bello...— Dijo casi para sí misma, sobrecogida por lo sublime del momento, y sus manos se aferraron al metal en un gesto que fue más de emoción que de temor a caer. Pero algo la distrajo. En la voz de la pelirroja apareció una nota difícil de evitar, nostálgica, que llamó su atención y la hizo voltear para encontrarse con el corto instante de añoranza que Yuki tuvo. Se sintió indecisa sobre preguntar al respecto, sin saber qué tan incómodo sería. Pero, al final, decidió dar el paso. —¿Cómo es tu lugar de origen? Cuéntame...
McMgdl · F
Recibir el abrazo no le supuso problema alguno, pero no fue la misma situación al sentir la acumulación de energía oscura, que, incluso si no quería, la hizo tensarse y ponerse instintivamente a la defensiva, al ser algo tan opuesto a sí misma. Pero estaba decidida a confiar en su amiga, así que decidió abrazarse aún más fuerte a ella y dejarse llevar. Su fe se vio recompensada con creces cuando llegaron a aquel edificio emblemático de la ciudad nipona, con el viento haciendo ondear la tela de su vestido en forma vaporosa, pero sin que eso le despertara ningún temor: estaba acostumbrada a las alturas, eran su elemento. Se le veía feliz en ellas. Ayudada por Yuki, se acomodó lo mejor posible sobre las vigas, y su mirada celeste pronto escudriñó el cielo frente a ellas, trayéndole una sonrisa amplia que nada podría borrar. No era lo mismo ver el espectáculo desde la ciudad; aquello era mil veces más hermoso.
Yuki2104 · F
Está la bahía de Tokio y hacia allá… —Señaló a su izquierda. Habían demasiados edificios de varios pisos que imposibilitaban ver más allá de dónde estaban… —Está mi viejo hogar —dijo ella con suave voz las últimas palabras, como si el recuerdo le hubiese embargado de repente. Se aclaró la garganta al caer en cuenta del pequeño nudo que se le había formado y volvió su vista al frente en espera de la puesta del sol que estaba por acontecer —Pero está demasiado lejos y no se ve… —culminó sonriendo.
Yuki2104 · F
Sonrió de satisfacción al escuchar su respuesta. Emocionada, tomó la mano de la chica y se acercó a ella. Lo que iba a hacer, quizás podría traerle problemas a su amiga, pero no quería perder más tiempo, así que la abrazó al tiempo que debajo de ellas, un sello demoniaco se formaba, engulléndolas a ambas casi al instante. Durante el viaje que duró solo un par de segundos no la soltó, hasta que finalmente, el sello se formó de nuevo sobre la punta de la antena de la Torre de Tokio. Una fuerte corriente de aire las recibió, acompañado de un fuerte silbido. Evitó soltarla, para no ponerla en peligro, aunque sabía de antemano, ella podría extender sus alas en caso de requererirlas, pero se trataba de un momento que debía ser divertido, por lo que se encargaría de protegerla de cualquier peligro. El sello se desvaneció y despacio, la ayudó a sentarse en la orilla de la antena y luego se sentó ella.

—Allá... —Señaló hacia su derecha, justo dónde el azul se unía con el cielo —
McMgdl · F
No había ni una pizca de recelo en ella cuando se trataba de Yuki, así supiera bien que ella era un demonio, su enemiga natural. Pero sucedía que Mercy juzgaba a las personas y seres por cómo actuaban, sin prejuicios, y para todos tenía una oportunidad o una palabra amable. Sin dudar, tomó la mano de la pelirroja, regalándole la más cálida de las sonrisas a la vez. —¡Sí, vamos!
Yuki2104 · F
-La sonrisa de Mercy era por demás contagiosa y su comparación, le causó incluso ternura ¿Ternura en un demonio? quizás era difícil de concebir, pero Yuki era por mucho muy diferente al resto de los suyos. Asintió a su comparación y extendió su mano para ofrecerla a la chica-

De hecho, estamos a unos minutos del crepúsculo... y conozco un lugar dónde podemos observarlo mejor ¿quieres venir?
McMgdl · F
Los ojos de la chica se iluminaron de contento, y asintió de forma enérgica, con la sonrisa amplia que la distinguía. —¡Sí! ¡Como la caída del sol!

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