En su lento andar alcanzó a escuchar la puntual "presentación" aunque no, pensándolo bien no era una presentación, era una corrección que se agradecía porque ahora "el chico de los corazones" tenía nombre. Le dijo de esa forma por asociación. Giró sobre sus talones y su mano libre formó el signo de amor y paz con sus dedos.
—Un gusto Matt, soy Brooklyn, la chica molesta. Si en dos meses volvemos a coincidir ten por seguro que volveré a estar en primera fila—. En equilibrio se colocó uno de los calificativos que le ponían apenas la conocían. Consideró volver pero ya había invadido bastante su espacio.