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— ¿En serio? P- pero... ¿Que no se supone que tenias novio o algo así? —Veía de reojo y sin mucho interés a la chica que tenía del otro lado de la barra, quién hablaba, hasta donde él había prestado atención, de sus sentimientos por el rubio.

Había apartado la vista un poco, buscando la hora que marcaba su reloj de muñeca. Faltaba menos de un cuarto de hora para que Enthon llegara, si es que era puntual. Los libros extras que habían sacado de la biblioteca le recordaron de camino al trabajo cuanto odiaba la escuela y aún más los examenes.
 
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—Por supuesto que iba a llegar, ustedes parecía que me iban a hacer algo de no llegar.

Dijo mientras iba sacando la billetera para pagar, mientras el pedido terminaba de alistarse miró por un segundo a la chica, parecía tan interesada en Masthian que creyó advertir cierto desagrado hacia él cuando Masthian lo saludó con cierto entusiasmo.
Eso sí, la pregunta del rubio lo devolvió a la conversación.

—¿Ah? Jamás he jugado eso, apenas sé lo básico del ajedrez y algunos otros juegos, pero ese nunca lo escuché.
— ¡Enthon! Llegaste —Se notó de inmediato lo animado de Masthian, solo con verlo entrar. Ignoró la sosa comparación que la muchacha estaba haciendo de su cabello con el color de sol y se dirigió al lugar en la barra donde él se había sentado.

— ¿Solo un capuccino? ¿Nada más? —Anotó rápido unos números en una libretita y arrancó la hoja, deslizandola por la barra hasta la mujer — Un dólar con quince, por favor. —Y con la misma indiferencia, regresó su vista a Enthon, empezando a trabajar en su pedido— Joah me dijo que hoy traería el Catán, ¿sabes jugarlo?
Las últimas lecciones del colegio fueron aburridas. Tanto que no dudó en escaparse y así ahorrar tiempo. Mientras caminaba hacia la cafetería dónde Masthian trabajaba quedó absorto en sus pensamientos, lo que habló el día pasado con el rubio y Joah seguía siendo algo que lo inquietaba. Sobre todo por dar un cierre final a su relación con Maredy.
Cuando estuvo en el local, pudo darse cuenta de que una chica estaba siendo atendida por Masthian, y juzgando por sus ojos se veía que estaba coqueteando.

—Buenas tardes —dijo él entrando por la puerta para ir a hacerse en un lugar de la barra—, quisiera un Capuccino helado, por favor.

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