Se sorprendió por sus primeras palabras, aunque poseía un físico aparentemente frágil y hasta cierto punto parecía dócil, Blythe había resultado ser bastante directo, cosa que sin duda le agradó a Marie, pues no tenía intención de trabajar con títeres.
Hahaha, entiendo, Blythe. Me agrada saber que eres algo más que un peón, es bueno que seas un pieza clave dentro del ajedrez de la organización.
Marie sacudió su cabeza pues su invitado permanecía de pie, seguramente a la espera de que ella lo invitara a sentarse.
Pasa y siéntate, tomaremos una copa de vino mientras hablamos de negocios. Sinceramente no me preocupa que mis secretos se sepan, Blythe, la razón es sencilla, no creo que exista alguien capaz de cazarme.
Sirvió dos copas de vino tinto, una para el rubio y otra para ella, se la entregó y finalmente dio un sorbo y retomó la conversación.
[b]Aunque tienes razón, existen objetivos más grandes que para nosotros en conjunto, dime ¿ ya me tienes alguna m
— No soy un mandadero para que se me envíen, quizá no sea el heredero de los Crowley como mi primo.. Pero una vez que mi prima favorita se desvaneció decidí venir a apoyar la causa.
Admitió el muchacho con una sonrisa tranquila, acomodando sus gafas, mientras sus ojos verduzcos se hicieron presentes y observaron los de ella, acercándose con pasos tranquilos hacia la rubia, acotando con calma.
— Quiero saber con qué cuenta el equipo, sé perfectamente algunas implicaciones y secretos que deberían mantener a algunos de ustedes en la carcel o peor, pero... Hay peces más gordos que cazar que simplemente intentar actuar en contra de otros de la Sociedad por ideologías distintas.
Ofreció el delgado muchacho mostrando aquella sonrisa optimista mientras ladeaba su rostro y se quedaba a algunos metros de ella, ni siquiera había buscado sentarse cerca de ella a no ser que ella le invitara a hacerlo. Era bastante educado pero a diferencia de Leo parecía menos frío.
Wagner sonaba en el fondo de la habitación, una ópera clásica y sobretodo inspiraba su nacionalsocialismo, su fervor por una sociedad perfecta y basada en la supremacía aria. Bebía una copa de vino tinto, a la espera de un invitado, que al parecer sería en el encargado de ponerla al día.
Le sorprendió a quién habían enviado, un joven en apariencia frágil y tímido. Era de una aproximada a la de ella cuando se unió al ejército del Tercer Reich. Había dos botellas listas para brindar mientras cerraba negocios con el que fuera representante de la organización de Leo. Había imaginado todo, menos que fuera un chiquillo.
Así es, soy la amiga de tu primo, Leo.
Añadió con calma, invitándolo a sentarse junto a ella, palmeando el sillón. Finalmente sirvió una copa de vino y compartió con él. Sabía que detrás de esa apariencia inofensiva se escondía un lobo feroz. Cuéntame, ¿A qué te enviaron?
Preguntó una voz medio tímida, mientras un chico que se veía un tanto nerd y delgado acomodó sus gafas bifocales por sobre su rostro, el mismo era aniñado, y su cabello era rubio como el oro, sus mejillas tenían algunos toques de rubor mientras observaba a la fémina con atención.
Se preguntaba si le esperaba con vino, o era aquello sólo una ilusión en su cabeza, se veía demasiado joven, adulto sin duda pero esos ojos verdes brillantes le hacían incluso verse inocente. Era difícil creer que este chico de apenas 18 o 19 primaveras era un genio de la Interpol entrenado en diversos artes de infiltración y también piloto de aviación.
