26-30, F
Rosa
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Nombre: María Bellerose.
Nacionalidad: Francesa.
Edad: 572.
Estatura: 1.60 m.
Peso: 48 kg.
Nacimiento: 1435, 21 de Abril.
Raza: Vampiro.
Nacionalidad: Francesa.
Edad: 572.
Estatura: 1.60 m.
Peso: 48 kg.
Nacimiento: 1435, 21 de Abril.
Raza: Vampiro.
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Físico
[med]Versalles, 1471, 12:27 pm.
María era una vampiresa primeriza, nunca fue muy atractiva, pero el hecho del vampirismo le daba el toque atractivo que al parecer necesitaba. Sus cabellos negros eran lacios y gruesos, caían en picada hasta sus caderas, ahora, muchos más brillantes y sedosos que cuando vivía. Su tez era sumamente pálida, como si fuese una muñeca de porcelana, en sus mejillas se ausentaba el rosa que reflejaba vitalidad, pero sus labios eran más rojos de lo normal. Como una niña de 16, su contextura era delgada, delicada y aún no desarrollaba por completo, algo que sería así para la eternidad. Literalmente su transformación fue hace 50 minutos, por lo tanto sus vestidos estaban sucios y llenos de sangre, de todas formas, debido a su economía pobre, toda ella siempre estaba sucia de tierra y lodo. Frente a ella, un trozo de espejo reflejaba lo que no podría ver por sí misma, sus ojos brillaban tenebrosamente, con el color de la sangre, al verlos inevitablemente sintió miedo, pero su corazón no pudo dar su brinco de sorpresa, porque había dejado de funcionar.
2018
Actualmente sus características físicas no han cambiado, pero con el pasar de los siglos, la economía de María astuta mente incrementó, por lo que no se le verá desarreglada en ningún sentido.[/med]
María era una vampiresa primeriza, nunca fue muy atractiva, pero el hecho del vampirismo le daba el toque atractivo que al parecer necesitaba. Sus cabellos negros eran lacios y gruesos, caían en picada hasta sus caderas, ahora, muchos más brillantes y sedosos que cuando vivía. Su tez era sumamente pálida, como si fuese una muñeca de porcelana, en sus mejillas se ausentaba el rosa que reflejaba vitalidad, pero sus labios eran más rojos de lo normal. Como una niña de 16, su contextura era delgada, delicada y aún no desarrollaba por completo, algo que sería así para la eternidad. Literalmente su transformación fue hace 50 minutos, por lo tanto sus vestidos estaban sucios y llenos de sangre, de todas formas, debido a su economía pobre, toda ella siempre estaba sucia de tierra y lodo. Frente a ella, un trozo de espejo reflejaba lo que no podría ver por sí misma, sus ojos brillaban tenebrosamente, con el color de la sangre, al verlos inevitablemente sintió miedo, pero su corazón no pudo dar su brinco de sorpresa, porque había dejado de funcionar.
2018
Actualmente sus características físicas no han cambiado, pero con el pasar de los siglos, la economía de María astuta mente incrementó, por lo que no se le verá desarreglada en ningún sentido.[/med]
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Psicología
[med]María creció en una familia pequeña y pobre. Sus ansias de dinero siempre fueron máximas, le había dejado de interesar el físico y lo único que pensaba era en dinero, podría llegar a considerarse como un ser despreciable y superficial. Jamás pensó que seres sobrenaturales existiesen, y más que pensar en que estaba muerta, una alegría creció en su interior al verse bella, solo planeaba aprovechar al máximo esta nueva característica para conseguir dinero. No le importaba la gente, nunca le importó, nunca se tomó la molestia de tratar bien a quien no le podía ofrecer nada, demostraba su desprecio ante la gente sucia como ella, y admiraba los grandes y ostentosos vestidos de las damas de alta clase. Su moral era muy baja, pensando en algún día tener dinero, nunca tomó en cuenta la pureza o dignidad que una mujer debía conservar. Aún más en los años de su nacimiento, donde lo conservador era lo que más abundaba. No importará cuanto tiempo pase, su meta siempre será la misma, ociosidad. ¿Astuta como la serpiente pero mansa como la paloma? Al parecer María se quedó corta, y solo captó la astucia. [/med]
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Historia
[med]La mayor parte del tiempo la de oscuros cabellos vivía con dietas estúpidas, por lo que su nutrición no era la mejor de todas, siempre cuidaba mantener sus vestidos impecables, sus cabellos arreglados y su piel limpia lo más que pudiera. De todas maneras, era inevitable según sus condiciones de vida notar su procedencia; nunca llegaría a tener piel hidratada y luminosa como la aristocracia, no tendría sus ostentosos vestidos ni sus exagerados accesorios.
María sentía nauseas todos los días, y más de una vez a la semana se demostraba en la devolución de sus alimentos, por razones diferentes a una dieta o síntomas de embarazo. La edad media era asquerosa, todas las zonas eran pobres, vivían en suciedad, hedía a podredumbre, gracias a esto los perfumes eran un éxito, siendo algo que nunca le faltaba, una fragancia (nada costosa) de manzana.
Empezaba el fin de semana, Bellerose se dirigió a su punto de trabajo a cobrar su sueldo mensual, sabía exactamente lo que haría con él. Salió del local con su dinero en el bolsillo y se dirigió a la perfumería más cercana, su nombre era Bonnet, el nombre no tenía sentido pero sonaba bien, eso le explicó Pablo, el vendedor. Cruzó las grandes puertas de madera con despreocupación, lo primero que enfocó fue el rostro del joven quien al verla sin preguntar se dirigió a la bodega a traer los perfumes de manzana que siempre compraba. Siendo de su posesión dejó el justo en el cambio de un minuto a otro, 5:00 pm.
Su camino de retorno fue diferente a la rutina, el día menos indicado. Dio un recorrido por la ciudad, se encontraba de buen humor, había comprado un vestido nuevo, había ahorrado meses solo para obtenerlo, daba saltitos de alegría e iluminaba a las personas con su genuina sonrisa, algo que se asomaba muy poco a su rostro; siendo las 7 pm observó a un apuesto caballero junto a una librería, vestido tan elegante mente ¿cómo podría resistirse a no acercarse?
Caballero, bien vestido, quizá… ¡Futuro esposo! Ofrecida María, ¿cambiaría algún día? La pelinegra corrió hacia él con una sonrisa en sus labios, el hombre sombrío le devolvió el gesto socarronamente mientras le tendía su brazo. Con entusiasmo lo cogió y se dirigió donde él quisiera, nunca tenía nada que perder. Pero en esta ocasión, por primera vez perdería algo, su humanidad.
Versalles, Francia, 23 de febrero de 1471, 11:37 pm.
Observando su reflejo en el trozo de vidrio, sonrió ampliamente satisfecha con su aspecto nuevo. No sabía que era, no le interesaba que había pasado, solo vio el potencial perfecto para chupar el dinero de algún viejo millonario que estuviera por morir. Cogió los bordes de sus vestidos con ambas manos, agitándolos infantilmente mientras la sonrisa exagerada permanecía en su rostro. Su mente maquinaba y pensaba cuan maravilloso sería su futuro ahora. Se giró entusiasmada no estando consiente de estar acompañada, su sonrisa quedó congelada con sorpresa al ver el hombre frente a ella, oscuros cabellos, traje elegante, pero ahora, sus ojos eran rojos brillantes, carmesí. Sus labios y manos donde ahora había garras, se encontraban manchados de sangre, su sangre, comprendió. Memorias volvían a su cabeza, y se dio cuenta que ella ahora era un mito. El hombre frente a ella la miraba con sorpresa, nunca había conocido a alguien tan contento de ser un monstruo ahora, lo cual hizo que inevitablemente en sus facciones se tornara una sonrisa llena de sadismo y una carcajada saliera de sus labios, tanta era la gracia, que si la vida permaneciera en él, sus mejillas se hubiesen sonrojado de tanto reír. Tal acción no fue correspondida por María, quien empezaba a temblar, se acercaba un ataque de pánico.
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María sentía nauseas todos los días, y más de una vez a la semana se demostraba en la devolución de sus alimentos, por razones diferentes a una dieta o síntomas de embarazo. La edad media era asquerosa, todas las zonas eran pobres, vivían en suciedad, hedía a podredumbre, gracias a esto los perfumes eran un éxito, siendo algo que nunca le faltaba, una fragancia (nada costosa) de manzana.
Empezaba el fin de semana, Bellerose se dirigió a su punto de trabajo a cobrar su sueldo mensual, sabía exactamente lo que haría con él. Salió del local con su dinero en el bolsillo y se dirigió a la perfumería más cercana, su nombre era Bonnet, el nombre no tenía sentido pero sonaba bien, eso le explicó Pablo, el vendedor. Cruzó las grandes puertas de madera con despreocupación, lo primero que enfocó fue el rostro del joven quien al verla sin preguntar se dirigió a la bodega a traer los perfumes de manzana que siempre compraba. Siendo de su posesión dejó el justo en el cambio de un minuto a otro, 5:00 pm.
Su camino de retorno fue diferente a la rutina, el día menos indicado. Dio un recorrido por la ciudad, se encontraba de buen humor, había comprado un vestido nuevo, había ahorrado meses solo para obtenerlo, daba saltitos de alegría e iluminaba a las personas con su genuina sonrisa, algo que se asomaba muy poco a su rostro; siendo las 7 pm observó a un apuesto caballero junto a una librería, vestido tan elegante mente ¿cómo podría resistirse a no acercarse?
Caballero, bien vestido, quizá… ¡Futuro esposo! Ofrecida María, ¿cambiaría algún día? La pelinegra corrió hacia él con una sonrisa en sus labios, el hombre sombrío le devolvió el gesto socarronamente mientras le tendía su brazo. Con entusiasmo lo cogió y se dirigió donde él quisiera, nunca tenía nada que perder. Pero en esta ocasión, por primera vez perdería algo, su humanidad.
Versalles, Francia, 23 de febrero de 1471, 11:37 pm.
Observando su reflejo en el trozo de vidrio, sonrió ampliamente satisfecha con su aspecto nuevo. No sabía que era, no le interesaba que había pasado, solo vio el potencial perfecto para chupar el dinero de algún viejo millonario que estuviera por morir. Cogió los bordes de sus vestidos con ambas manos, agitándolos infantilmente mientras la sonrisa exagerada permanecía en su rostro. Su mente maquinaba y pensaba cuan maravilloso sería su futuro ahora. Se giró entusiasmada no estando consiente de estar acompañada, su sonrisa quedó congelada con sorpresa al ver el hombre frente a ella, oscuros cabellos, traje elegante, pero ahora, sus ojos eran rojos brillantes, carmesí. Sus labios y manos donde ahora había garras, se encontraban manchados de sangre, su sangre, comprendió. Memorias volvían a su cabeza, y se dio cuenta que ella ahora era un mito. El hombre frente a ella la miraba con sorpresa, nunca había conocido a alguien tan contento de ser un monstruo ahora, lo cual hizo que inevitablemente en sus facciones se tornara una sonrisa llena de sadismo y una carcajada saliera de sus labios, tanta era la gracia, que si la vida permaneciera en él, sus mejillas se hubiesen sonrojado de tanto reír. Tal acción no fue correspondida por María, quien empezaba a temblar, se acercaba un ataque de pánico.
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