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Fue bastante ajetreado, poco a poco fue agarrando un poco más de confianza e incluso, se acopló de modo que casi entendió la tendencia de la mayoría de los comensales que entraban al lugar.

Solían preguntar por el platillo del día antes de revisar la carta y casi la mayoría se iban por las bebidas más económicas en vez de las especialidades.

Luego de un par de horas, podía sentir sus pies dolerle un poco por el cansancio, pero tenía en su rostro, una sonrisa de satisfacción que no podría borrar en varios días.

Aún así, continuó con el trabajo por un par de horas más, agradecida que su amiga le ayudara a conseguir aquel empleo parcial.
Y tras su amiga salió ella, quien también tomó una charola y empezó a encaminarse entre las mesas preguntando por bebidas, preguntando si todo estaba en orden y compartiendo una que otra risita para simpatizar aunque los chistes fueran demasiado estúpidos.

Por momentos también le hizo señas a su amiga, consejos en silencio para que se acercara a determinados clientes que sabría que le podrían dejar más propinas.
Un tanto cohibida, salió del cuarto de baño y vio el restaurante lleno. Tomó una charola, una toalla y buscó al encargado quien en cuanto la vio, le señaló una de las mesas del frente para que se acercara y así hizo.

"casi que prefiero pelear con los monstruos" Pensó.
— ¡Ja, mucho mejor! — miró orgullosa el resultado y tras eso. — Por nada, amiga, para eso estamos. ¡Acábalos a todos con lo guapa que te ves! — y la despidió con la mano.
Se quedó quieta mientras Maredy le desbarataba las trenzas. Le gustaba el cabello suelto, pero su mamá siempre le decía que no le quedaba bien y prefería verla peinada, así que ante la sugerencia de su amiga, sonrió emocionada y salió luego del baño tras asegurarse de que el cabello no se le notara enmarañado.

—Gracias, Maddy! —
A punto estuvo de salir cuando la vio con más detalles. — Joah... — torció un poco la boca y negó lentamente tomando a su amiga de los hombros.

— Siempre te ves hermosa, pero en esta ocasión necesitas quitarte esas cosas...— y entonces empezó a deshacerle las trenzas a su amiga para que cayera mejor su cabello ondulado. — Es que necesitas verte más guapachosa, ya sabes y las trencitas no van con esto. —
Se echa un último vistazo frente al espejo, se echa las trenzas al frente y se acomoda los lentes contra el puente de la nariz.

No está muy convencida, es decir, no sabe si se le ve bien o mal, pero se siente un poco extraña por lo inusual. Echó un suspiro, se acomodó la corbata y asiente.

—Bien, entonces manos a la obra. Espero que valga la pena, —

Necesitaba dinero para reponer el vidrio que había estrellado en su ventana la noche anterior, luego de haber tenido una pesadilla dónde la mujer que la atacara el día de la invasión, intentaba ahorcarla con todas sus fuerzas y al intentar defenderse de su sueño, lanzó un bloque de hielo contra el cristal, siendo el estruendo lo que la despertó y a su madre también.
Para ese entonces, se retocaba el labial en el espejo

— Pues mi lógica dice que sí. Imagina este panorama: señoritas de bonito cuerpo, todas cute y amables en un mundo de muchos hombres pervertidos y fantasioso. De que tendremos buenas propias, lo tendremos. —

Se ajustó un poco más el pantalón.
—¿Estás segura que esto... nos ayudará a conseguir dinero rápido? —

se miraba al espejo, mientras se fajaba mejor la blusa y se acomodaba el pantalón, en ese baño público. No estaba acostumbrada a ese tipo de prendas, pero era necesario.

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