-Sacó un pedazo de dulce que había guardado en la chaqueta y se lo dió al perro que comenzó a comerlo mientras ellas seguían su camino.-

—Bueno, es un lugar que Yessen y yo descubrimos tiempo atrás, en uno de nuestros paseos en bicicleta. Está cercado, pero está abandonado. Hay una choza vieja pero el techo está en buenas condiciones, ahí puede dormir Pulgas. Podemos ir a la salida de la escuela para revisar que tenga comida, jugamos con él y nos regresamos a casa. Esto en lo que encontramos quien lo quiera adoptar. —

Echó un silbido al perro que se apresuraba a caminar con ellas o saltarles encima para empujarlas jugando brusco.

— ¡Pulgas ya, o te dejo aquí! — el perro ni entendió, nomás le dio la vuelta y le mordisqueó el abrigo a Joah, jalando un poco de la tela. Ahí no lo regaño, sino que se mostró interesada en el otro tema — Cuéntame, ¿qué lugar es?

-No pudo evitar sonreír al escuchar el nombre del perro y tiró de la mano de su amiga para ayudarla a ponerse de pie. Metió la mano en el pantalón y sacó un billete que le dio su hermano horas atrás.-

—Ah! descuida, si nos alcanza. —Le muestra el billete y sonríe divertida. —Vámonos, tenemos que caminar un poco. —

— ¡Sí! Ya voy, vámonos, pulgas — llamó al perro y tomo la mano de su amiga mientras con la otra se sacudía el culo.
— Traigo dinero, pero no mucho, por aquello de lo que tenemos que comprar

—Ya verás! Vienes o no? —Mantiene la mano hacia su amiga, esperando a que la tome para partir juntas.

—No podemos demorarnos mucho, debemos pasar a una tienda a comprarle comida y un recipiente para su agua y ya es tarde —

Acarició la cabeza del perro mientras miraba curiosa a su amiga, incluso algo extrañada y desconfiada, pues no tenía idea de dónde lo llevarían.
— ¿Qué lugar dices? ¿Estás segura que es un buen lugar? —

-Observa pensativa al perro, luego a su amiga y luego de vuelta al perro. Tuerce la boca en el proceso, cual si rumiara sus pensares. Entonces se puso de pie y le extiende la mano a su amiga.-

—Yo sé dónde lo podemos llevar y podremos jugar con él después de clases.—

— ¡Joah! — ahí sentada miró a su amiga, apenas dio un a leve sonrisa, luego torció un poco la boca tras su pregunta y negó levemente. — No, es que... — acarició al perrito. — Mamá no me deja quedarme con él y ni modo que lo deje así nomas.

—¿Maddy?—Había salido a correr un poco para relajarse un poco de los estudios y las tensiones de los feroces enemigos que los habían atacado semanas atrás. Pasaba cada noche frente a la casa de su amiga y no esperaba verla ahí, sola.-

—¿Qué haces afuera tan tarde? ¿Estás bien?—