About Me About Me Notes
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TheLastCrow · 31-35, M
Te amo <3! te amo mucho :3
TheLastCrow · 31-35, M
Nada que complicado. Usted me ama <3 - por su estado de relación- (?)
TheLastCrow · 31-35, M
Mía. - Pasa por acá jugando dejando mensaje - Love iu! <3
KyouyaOotori · 31-35, M
Cosita rica <3...
Jev1539539 · 26-30, M
Uss: Gracias por aceptar mi solicitud, espero que podamos llevar un ameno e interesante rol~
KyouyaOotori · 31-35, M
KyouyaOotori thinks you are Crushable.
KyouyaOotori · 31-35, M
Gracias por aceptarme guapa.
SW-User
<3 No huya, mami. La cambio pronto.
AdalinePreston · F
Off: descuide, de nuevo gracias y... Quedo a sus órdenes para cualquier tipo de conversacion que guste, sea de rol o no :)
ShinnosukeSato · 36-40, M
Ooc: Al contrario, espero le agrade y a su vez, disculpe la tardanza.
¿Cuántas veces había dejado en claro que las sesiones durante el día, aunque hubiera miles de nubarrones cubriendo el cielo diurno, estaban prohibidas para él? Al parecer la compañía no lo entendía y precisamente debido a eso la sesión se había suspendido a la mitad debido a que había terminado desvaneciéndose en medio del set. Por lo menos, eso recordaba. Que vergonzoso resultaba para él ese tipo de episodios. Cuando logró despertar, la cabellera rubia de Ann desparramada sobre un costado de sus dedos fue lo primero que sintió. Tardó en enfocar lo que se encontraba a su alrededor, sin embargo, pronto notó que se encontraba en su departamento y ella, medio sentada en una silla e inclinada sobre el borde de la cama para poder apoyarse, descansaba no muy plácidamente, probablemente llevaba un buen tiempo dormida. –¿Cómo llegue aquí? – Se cuestionó en un murmullo mientras trataba de usar sus antebrazos para erguirse. Las cortinas se encontraban cerradas herméticamente, evitando cualquier rayo innecesario en la habitación, dejándole agraciadamente a oscuras, sin embargo podía sentirlo en cada poro de su piel, la noche había caído.
La joven pronto reaccionó y al verle comenzó a regañarle, algo típico en ella. Llevaba tres días dormido y, aunque ella nunca lo admitiera, bajo aquellas palabras duras, la apariencia infantil y las mejillas sonrosadas debido a la molestia revelaban la preocupación que poseía. Que más daba, la fémina no podía alejarse de su instinto materno. Sin poder evitarlo y debido al reciente pensamiento una curva apenas notoria se hizo presente en sus labios, haciendo enfurecer un poco más a la contraria que, tras enderezarse, buscaba arreglar un poco el cabello desordenado debido a la reciente siesta, debía estar agotada. Agradeció mientras trataba de ponerse en pie, le era más fácil en ese momento poder revitalizarse un poco más, absorbiendo cada partícula de oscuridad a su alrededor. –Espero verte mañana a primera hora en la editorial! – La fémina había recogido todas las pertenencias que yacían esparcidas en su escritorio, metiéndolas en su bolso para finalmente dirigirse a la puerta. –Y ve a comer algo, no me hagas tratarte como a un niño, Sato. – Cuando abandonó la sala, una carcajada escapó de sus finos labios, no importaba cuánto se esforzara, la chica realmente no podía aparentar estar molesta, sin embargo, no planeaba desafiar sus palabras.
Se tomó su tiempo, tomó un baño sin preocuparse un poco cuánto tardaba en el. Sus músculos entumidos finalmente se relajaron. Tras pasar de ello, se dirigió a la amplia cocina sin molestarse en encender las luces, no le hacía falta. Tomó un poco de lo que la chica había preparado y que aun yacía en las hornillas para calentarlo y finalmente probar bocado, hasta ese entonces notó lo mucho que gruñía su estómago. Quizá se tomó una hora para realizar las actividades recién mencionadas, en la cual también se dedicó a verificar la fecha y la hora, realmente habían sido poco más de tres días. La hora era lo de menos, la noche era joven y apenas pasaban de las 10 pm. “Perfecto”. Se mencionó. Tomó las llaves de su departamento adjunto a su billetera, la cajetilla de cigarros había desaparecido, aunado al mechero, era bastante común luego de que Ann se estacionara en su departamento, sus maneras de erradicar el vicio eran patéticas, pero le agradecía el intento.
Abandonó la seguridad de su morada prontamente, su primera parada se remontó a una pequeña tienda, de aquellas que solía trabajar las 24 horas al día para adquirir precisamente la cajetilla y un mechero nuevo, encendiéndose uno apenas puso un pie fuera del establecimiento. La nicotina le calmaba los nervios y permitía relajarse, logrando acumular su energía de forma más natural, aunque esto de por sí se tratase de una ironía. La temperatura baja le calaba los huesos, el cabello aun húmedo debido al reciente baño le empeoraba la situación, sin embargo, no parecía encontrarse incómodo en ningún aspecto. Los pies pronto le guiaron a una escueta plaza en medio de los suburbios, la oscuridad se concentraba perfectamente entre los árboles, lejos de las farolas, era precisamente a esos lugares a los que recurría cuando sus niveles descendían tal como lo había hecho días atrás.
¿Cuántas veces había dejado en claro que las sesiones durante el día, aunque hubiera miles de nubarrones cubriendo el cielo diurno, estaban prohibidas para él? Al parecer la compañía no lo entendía y precisamente debido a eso la sesión se había suspendido a la mitad debido a que había terminado desvaneciéndose en medio del set. Por lo menos, eso recordaba. Que vergonzoso resultaba para él ese tipo de episodios. Cuando logró despertar, la cabellera rubia de Ann desparramada sobre un costado de sus dedos fue lo primero que sintió. Tardó en enfocar lo que se encontraba a su alrededor, sin embargo, pronto notó que se encontraba en su departamento y ella, medio sentada en una silla e inclinada sobre el borde de la cama para poder apoyarse, descansaba no muy plácidamente, probablemente llevaba un buen tiempo dormida. –¿Cómo llegue aquí? – Se cuestionó en un murmullo mientras trataba de usar sus antebrazos para erguirse. Las cortinas se encontraban cerradas herméticamente, evitando cualquier rayo innecesario en la habitación, dejándole agraciadamente a oscuras, sin embargo podía sentirlo en cada poro de su piel, la noche había caído.
La joven pronto reaccionó y al verle comenzó a regañarle, algo típico en ella. Llevaba tres días dormido y, aunque ella nunca lo admitiera, bajo aquellas palabras duras, la apariencia infantil y las mejillas sonrosadas debido a la molestia revelaban la preocupación que poseía. Que más daba, la fémina no podía alejarse de su instinto materno. Sin poder evitarlo y debido al reciente pensamiento una curva apenas notoria se hizo presente en sus labios, haciendo enfurecer un poco más a la contraria que, tras enderezarse, buscaba arreglar un poco el cabello desordenado debido a la reciente siesta, debía estar agotada. Agradeció mientras trataba de ponerse en pie, le era más fácil en ese momento poder revitalizarse un poco más, absorbiendo cada partícula de oscuridad a su alrededor. –Espero verte mañana a primera hora en la editorial! – La fémina había recogido todas las pertenencias que yacían esparcidas en su escritorio, metiéndolas en su bolso para finalmente dirigirse a la puerta. –Y ve a comer algo, no me hagas tratarte como a un niño, Sato. – Cuando abandonó la sala, una carcajada escapó de sus finos labios, no importaba cuánto se esforzara, la chica realmente no podía aparentar estar molesta, sin embargo, no planeaba desafiar sus palabras.
Se tomó su tiempo, tomó un baño sin preocuparse un poco cuánto tardaba en el. Sus músculos entumidos finalmente se relajaron. Tras pasar de ello, se dirigió a la amplia cocina sin molestarse en encender las luces, no le hacía falta. Tomó un poco de lo que la chica había preparado y que aun yacía en las hornillas para calentarlo y finalmente probar bocado, hasta ese entonces notó lo mucho que gruñía su estómago. Quizá se tomó una hora para realizar las actividades recién mencionadas, en la cual también se dedicó a verificar la fecha y la hora, realmente habían sido poco más de tres días. La hora era lo de menos, la noche era joven y apenas pasaban de las 10 pm. “Perfecto”. Se mencionó. Tomó las llaves de su departamento adjunto a su billetera, la cajetilla de cigarros había desaparecido, aunado al mechero, era bastante común luego de que Ann se estacionara en su departamento, sus maneras de erradicar el vicio eran patéticas, pero le agradecía el intento.
Abandonó la seguridad de su morada prontamente, su primera parada se remontó a una pequeña tienda, de aquellas que solía trabajar las 24 horas al día para adquirir precisamente la cajetilla y un mechero nuevo, encendiéndose uno apenas puso un pie fuera del establecimiento. La nicotina le calmaba los nervios y permitía relajarse, logrando acumular su energía de forma más natural, aunque esto de por sí se tratase de una ironía. La temperatura baja le calaba los huesos, el cabello aun húmedo debido al reciente baño le empeoraba la situación, sin embargo, no parecía encontrarse incómodo en ningún aspecto. Los pies pronto le guiaron a una escueta plaza en medio de los suburbios, la oscuridad se concentraba perfectamente entre los árboles, lejos de las farolas, era precisamente a esos lugares a los que recurría cuando sus niveles descendían tal como lo había hecho días atrás.
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