¿Wendigo? No, Hermano Medio: Croatano.
About Me About Me NotesThe Whiteboard is a place where people can send Gestures, Attributes, Images, Comments, and much more...
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
JB1535635 · F
—¡Oye! —se quejó cuando de una vuelta terminó en el piso. Podría haberse levantado y mantenerse con un porte digno de la muchacha que, se suponía, era. La que tenía muchos ojos encima por resultar ser el recipiente de un demonio, pero la verdad es que se sentía perezosa. Tres saltos alrededor del mapa eran todo un menjurje de sensaciones, sí. Añadiendo a eso que hizo otro y que incluyó a alguien más gastando así doble energía... bueno, sí, se podría decir que el suelo era su mejor apoyo en ese momento. Pero haría falta de algo más para que la callaran, porque Jenna soltó una risa entre dientes—. ¡Que quizás harían buenas migas! Anda, capaz te la presento cuando aparezca a terminar el trabajo de su compañera —porque claro que Cassiopeia era parte de las cazadoras que querían verla con una flecha entre ceja y ceja. La rizada se encogió de hombros en su lugar—. No tengo la menor idea, pero no parece tan malo, ¿no? La última vez que me desplacé así terminé en medio de unos baños termales y eso sí que fue toda una anécdota —buenos tiempos, sin duda alguna.
Jenna ladeó el rostro hacia su dirección y asintió con una paciencia poco propia. Eso, que procesara la información y luego sacara sus propias conclusiones. Su sonrisa se mantuvo en su rostro, conforme el muchacho continuaba sacando más y más teorías. Casi podía verlo lanzarse de lleno a una espiral de tormento. La reencarnada juntó las cejas y se encogió de hombros. Ojalá que no fuera una aliada de la corrupción. Ojalá que no estuviera ligada a la destrucción y la contaminación de la tierra. Y ojalá que aquella cazadora no buscara aniquilarla por esas razones. Pero la muchacha era eso y más—. Es precisamente por ello que busca aniquilarme —afirmó, aún desde el suelo.
Podría decirle tantas cosas. Desde la manera en cómo era imposible cambiar su naturaleza hasta el dolor que le causaba ser la causante de muchas desgracias. Pero no iba a cambiar nada. No lo había hecho por siglos. No iba a hacerlo en ese momento. La resignación se podía evidenciar en cada gesto, en cada palabra, en su manera tan tranquila de hablar, como si ya estuviera completamente de acuerdo con su naturaleza—. Presiento que serán muy buenos amigos, aunque a las Bellator no les gustan los hombres —ella, dándole consejos al muchacho para que se llevara mejor con el enemigo de cada eterno. Pues cómo no.
Y luego le tocó enarcar una ceja, desde su lugar—. Este suelo está muy cómodo y mis cortas piernas van a necesitar un descanso si quieres que vayan de caza —cerró los ojos, firme con su posición de quedarse allí—. Anda, hazlo rápido. Esa uña se ve afilada, te servirá para cortar en mi cuello. Si tú no lo haces, llegará la cazadora y te ganará el honor de matarme —lo sospechaba. Sospechaba que la cazadora iba a llegar en unos minutos, escupiendo fuego por la boca y las orejas, lista para hacer cumplir la voluntad de Goleo Beenban. Cómo odiaba a esas cazadoras. O sea, le parecía alucinante lo que podían hacer... hasta que recordaba que todo eso era para poder matar a cada reencarnado, ahí era cuando la cosa dejaba de ser divertida. La rizada suspiró:— O si no quieres mancharte las garras, puedes ir con mis piernas. Definitivamente ralentizará mis movimientos cuando intente escapar de nuevo.
Jenna ladeó el rostro hacia su dirección y asintió con una paciencia poco propia. Eso, que procesara la información y luego sacara sus propias conclusiones. Su sonrisa se mantuvo en su rostro, conforme el muchacho continuaba sacando más y más teorías. Casi podía verlo lanzarse de lleno a una espiral de tormento. La reencarnada juntó las cejas y se encogió de hombros. Ojalá que no fuera una aliada de la corrupción. Ojalá que no estuviera ligada a la destrucción y la contaminación de la tierra. Y ojalá que aquella cazadora no buscara aniquilarla por esas razones. Pero la muchacha era eso y más—. Es precisamente por ello que busca aniquilarme —afirmó, aún desde el suelo.
Podría decirle tantas cosas. Desde la manera en cómo era imposible cambiar su naturaleza hasta el dolor que le causaba ser la causante de muchas desgracias. Pero no iba a cambiar nada. No lo había hecho por siglos. No iba a hacerlo en ese momento. La resignación se podía evidenciar en cada gesto, en cada palabra, en su manera tan tranquila de hablar, como si ya estuviera completamente de acuerdo con su naturaleza—. Presiento que serán muy buenos amigos, aunque a las Bellator no les gustan los hombres —ella, dándole consejos al muchacho para que se llevara mejor con el enemigo de cada eterno. Pues cómo no.
Y luego le tocó enarcar una ceja, desde su lugar—. Este suelo está muy cómodo y mis cortas piernas van a necesitar un descanso si quieres que vayan de caza —cerró los ojos, firme con su posición de quedarse allí—. Anda, hazlo rápido. Esa uña se ve afilada, te servirá para cortar en mi cuello. Si tú no lo haces, llegará la cazadora y te ganará el honor de matarme —lo sospechaba. Sospechaba que la cazadora iba a llegar en unos minutos, escupiendo fuego por la boca y las orejas, lista para hacer cumplir la voluntad de Goleo Beenban. Cómo odiaba a esas cazadoras. O sea, le parecía alucinante lo que podían hacer... hasta que recordaba que todo eso era para poder matar a cada reencarnado, ahí era cuando la cosa dejaba de ser divertida. La rizada suspiró:— O si no quieres mancharte las garras, puedes ir con mis piernas. Definitivamente ralentizará mis movimientos cuando intente escapar de nuevo.