-Silbaba despreocupada del perro que ahora tendría como segunda cola. Total, ya se había acostumbrado al dolor de su mordida, que por más potente que fuera, no la inmutó para nada. Una que otra zarandeada ejecutó contra él, para corregirlo y buscar que se quedara quieto, gruñéndole en una clara amenaza hasta que el golpe sobre sus muslos sucediera. Un grito saltó de la boca femenina, puesto que aquel derribo la tomaría por sorpresa y sus reflejos entorpecieron a la hora de contrarrestarlo, aterrizando de cara contra el piso y los brazos extendidos.-
. . .
-La venita ya resaltaba de su sien. Para cuando girase su rostro de lado, se vería lo roja que estaba por aquel tropiezo, además de enfurecida, desprendiendo la cola para azotarle varias veces con esta por la espalda, sin medir nada. Entonces se inclinó de costado y con un brazo rápidamente le haría una llave en el cuello (?) para tirar fuerte de este y exclamar.-
