No estoy amargado, tengo que entrar a esta fiesta y no puedo.

—Gruñó, pues no podía usar la fuerza para entrar, ya que llamaría demasiado la atención. Posó su atención en Lee, nada más para intentar ver que tenía en mente—

Dudo que sea tan fácil, pero te escucho. Y te sigo.

De un salto, bajó de la escoba, que quedó flotando en el aire, como si estuviera sostenida por cables invisibles. — Un pajarito me contó que has estado amargado por ahí, así que vine a alegrarte la noche. —juntó las manos y desapareció el labial— Depende de quién esté verificando los invitados, si hay una lista, es fácil... Algo aquí y allá, y listo. —movía una mano en el aire al hablar.

¿Ah? —No podía creer lo que veía, especialmente luego de tanto. Se restregó los ojos hasta que estupefacto, se acercó a ella— ¿Qué estás haciendo aquí, Leesa? Depende de como ayudes.

—¿Quieres meterte de todas maneras? Puedo ayudar. ✨— habló mientras descendía en su escoba, con las piernas cruzadas, vestido de gala. Abrió un espejito y se retocó el brillo labial— ¡Me encantan las fiestas! Siempre hay comida gratis.