—Se rasca la barbilla, pareciendo pensativo por un momento. Ríe y niega con la cabeza.— California, me he tomado un sabático antes de seguirle dando o al negocio familiar de los muebles o trabajar con mi papá y un tío con el tema del entretenimiento. Eso es todo. —Sonrió de forma abierta.— Actualmente soy un puto flojo.

-Bebía a mas no poder, estaba muy serio y todo su cuerpo tenso. Parecía que quería levantar una pesa y no una cerveza helada, le costaba horrores socializar. Aún más hablar de si mismo, pues eran todas mentiras en su mayoría, aún así, para más lamento: La estaba pasando muy bien acompañado por los demás. Suspiró ante las palabras de Caia y las de Julian, pues ambos le parecían seres extraños aunque no por eso...desagradables-

No es por nada, había mucha cerveza de todos modos. Soy Mako, soy de Dakota del Norte. Tengo dieciocho. No sé que más decir. Soy desempleado, pero trabajaba de seguridad en el casino de mi tío.

Me recuerdas a un amigo. — Es imposible que muchas veces no busque similitudes entre las personas que conoce y las tres que tiene muy cerca a su corazón. En este caso, ve en Julian unos atisbos de Ethan. Quizás por eso aceptó ir esa noche. El viento nocturno se pasea entre los presentes pero Caia apenas y lo siente con la característica calidez que la envuelve, literalmente hablando.— Cuéntanos un poco acerca de ti, eres como el anfitrión de esta salida.

El comentario ahora se dirige hacia Mako. A este le es imposible no darle unos empujoncitos invisibles a que interactúe más con el resto y es así como Caia nuevamente se ve involuntariamente llevando a alguien de la mano. En lo que espera, se acerca y toma una bebida roja que no tarda en chocarla con la de Jane en una señal de brindis. Caia se apoya en un lado de la camioneta y asiente con la cabeza.— O si prefieren, empiezo yo, por lo obvio: foránea. De Brasil exactamente. Estoy por acá unos días por trabajo, ¿y ustedes?

Ese es el concepto de cerveza gratis. —Dijo, sonriendo de oreja a oreja ante la visión del alcohol al fin. Se movió hacia adelante y se sirvió una negra, para comenzar a beber tras dar un paso al lado, señalando a las señoritas para que proceda. Exhaló profundo. La última vez que había bebido era en esa noche durante el apagón en Marina del Rey. Parecía que hubieran sido ya mil años. Se relame los labios ante el sabor de la bebida y los recuerdos. Sacude la cabeza.—

Mako, gracias por invitarnos igual. Bueno, yo me invité sólo y las llamé, pero sabes a qué me refiero.

los tonos desde roja hasta negra. Tomó la propia (como si no supiera modales) y se quedó ahí, abriéndola para él- Pueden tomar si quieren. No les cobraré.

-Evito decir más sobre Caia y la situación, no le venía bien hablar de aquello con extranjeros-

-En ese instante Mako solo podía pensar una cosa: Estaba apunto de darle alcohol gratis a un montón de extranjeros. Las cosas que hacía para intentar fornicar no tenía limites, pero al menos, el alcohol lo había pagado un conocido. Le costaba bastante socializar, pese a tener pintas de un jovencito bastante opuesto (quizás era la identidad que quería tener) en sus modos. Se quedó pensando en los dos besos en la mejilla que le dio la tipa como saludo cuando cayó que llevaba varios largos segundos mirando a la nada, con esos ojos color miel que tenía que en cualquier persona resultaban atractivos dado lo "exótico de su piel"- Cierto . . .Cerveza.

-Abrió el baúl de la camioneta, y en una demostración de fuerza típica de trabajador de construcción hizo bajar con una sola mano la conservadora de 70 litros. Anormal parecía casi, de forma contradictora. La abrió al momento, y entre los hielos voluminosos yacían las latas acomodadas entre la anarquía helada, de todos los gustos y todos...

Caia se mantiene pensativa conforme se limpia los dedos del carboncillo. Es innegable que las palabras de Julian resuenan en su cabeza, tratando de averiguar hasta dónde podrían llegar. Quizás es ella dando una y mil vueltas a un asunto, nada nuevo.

De sus cavilaciones sale en el momento en que llega Jane, la reconoce de mirada y mientras que el ajeno se enfoca en el champán, Caia repara en la fragancia dulce que ella desprende, mucho más receptiva a esos estímulos. La vista hasta puede resultar engañosa a veces.— Estoy segura que lo bueno se hace esperar. — Añade y no solo alude a Mako y el alcohol cuando le regala una mirada a la muchacha. Caia tiene tantas costumbres impregnadas que le sonríe a la contraria ante el saludo.— Acabo de retirarme el carboncillo de los dedos, nada fuera de lo normal. — ¡Por primera vez! Ojalá pueda mantenerse así el resto de la velada.

—La besó de igual forma, sonriendo de forma tranquila y amistosa.— Pues aquí, hablando, Caia tiene un problema con el tiempo que no le basta, y le andaba dando ideas para tratar de solucionarlo. —Saca su celular de nuevo.— Igual puedo pedir unas bebidas para que vengan mientras el tema de la cerveza se soluciona. —Alza la mirada a las dos muchachas.— ¿Qué quieren? Yo invito.

– Ah, ¿no? Eso me suena a estafa –se detuvo un momento, dramatizando el momento al abrazar la botella contra su pecho. Sintió el frío del cristal sobre su escote enseguida y dio un sobresalto–. ¿Cómo están? –miró uno a uno a los presentes, logrando reconocer a Caia y a Jules, por supuesto, pues fue quien la invitó.

Se acercó primero a Caia, para saludarla con un beso corto en los labios, posteriormente lo mismo hizo con Julian.

– Hola, Mako –se detuvo frente al susodicho y le saludó con dos besos, uno en cada mejilla, pues era la primera vez que lo veía–. ¿En qué estaban?

—Miró a Jane y arqueó la ceja, enfocado más en el champagne que llevaba.— Ooh-la lá. Bueno, él tipo con el ceño fruncido es Mako, la chica tranquila es Caia. Chicos, ella es Jane, es buena onda. Mako todavía no nos indica lo de las cervezas. —Ríe un poco.—