Se le vio jugueteando con el arma en medio del mercado, no entendía por qué tuvo esa reacción. Pero quería averiguarlo. Ahora sólo se preguntaba quien más podría darle la información que necesitaba.
—Bien... ¿Aquí donde se juntara esa gente?— Se susurro, si algo sabia gracias a su pasado, era que las "mafias" siempre tenían un punto de reunión. —Debe ser o en un sitio muy lindo o en uno horrible... Pero son yakusas, así que... Uno de ramen.— su lógica era todo un misterio en ciertas ocasiones.
«¿Tu de nuevo? ¡Sabes que ya no puedo recibirte más!» dijo el anciano con molestia hacia la albina. Claro que era conocida, más que por ser cliente, por su aspecto.
—¡Vamooos! Por lo menos dime que es... Parece valioso.
Una sonrisa coqueta le ablando el corazón al viejo, pero apenas vio la empuñadura supo de que arma se trataba, y como no si era de un Majima.
«Sal de aquí ¡Ahora!» un golpe sobre el aparador y la amenaza hicieron poner una cara de desagrado a la "cachorra". El hombre parecía haber visto un fantasma y sin ninguna explicación lógica corrió a la chica.
La albina siguió corriendo por las calles, con la practica que tenía no le era difícil llegar a recorrer grandes distancias sin cansarse, pero sería la curiosidad quien la detendría; entró a un callejón para poderse ocultar de los ojos simples de la ciudad, quería ver cual había sido su premio en esa ocasión. Y vaya sorpresa se llevó al ver tan espléndida arma.
—Por eso me darán mucho... Fundido o completo será bueno.— Se dijo a si misma.
Tomó camino con más calma al mercado negro, no sospechaba que ya la estarían buscando, y aún que lo supiera, no cambiaría mucho su actitud, su verdadera diversión era correr riesgos mortales.
Para ella era normal sacar las orejas y la cola cual lican que era una vez terminaba el trabajo, por lo general, con este aspecto se le acercaban menos. No tardo en llegar al destino con el arma en mano y rápidamente cogio rumbo al puesto de su mejor postor y conocedor para ese tipo de cosas: un viejo anciano yakusa ya retirado, era de los pocos que
se llevó algo que me pertenece. La quiero en HQ ¡AHOOOOORA! — Y enganchó. Uno de sus mayores placeres era maltratar al clan.
— Nos vemos. No dejes que te maten. — Salió en camino a su oficina. Las calles eran monitoreadas por familias Yakuza, la familia Majima se encargaría de trabajar con el resto para ubicar a la "chica del perro".
Kiryu lo miraba tan desesperantemente insípido como parecía ser para todo salvo la discoteca y romper huesos. Alcanzó con la zurda el lugar donde guardaba uno de sus legendarios sables y se le hizo largo el camino hasta entender que no había nada. — ¿E-espera?... — Se alzó el chaleco piel de serpiente, revisándose con su típico melodrama. — Me robó la chiquilla, Kiryu-chan.. — Empuñó ambas manos, estrujándo el reluciente cuero que usaba por guantes. Kiryu le tomó de uno de sus bíceps antes de que Goro saliera como un perro rabioso buscando la sangre que no le sacó al Dragón.
— Es una niña. — Dice Kiryu, soltándolo.
Pegó un suspiro que se escucharía en la barra, dejando la cabeza caer hacia atrás en exasperación, pero su amigo tenía razón. — Sí, sí. —
Sacó del bolsillo derecho un celular del trabajo, le marcaría a uno de sus secuaces. — Escúchame bien gusano púbico: una chiquilla castaña o rubia, metro sesenta aproximadamente, se ll
Goro estaba en medio de una amistosa charla con su archimejoramigo Kiryu Kazuma, el Dragón de Dojima, a las afueras de una barra. Solían tener este tipo de salidas juntos dos a tres veces al año, y en su mayoría todas impulsadas por el Perro Salvaje de Shimano. Su postre sería un duelo con el Dragón.
— Vi lo que hiciste, Kiryu-chan. ~ No pagaste la última ronda.. No puedo permitir que le faltes el re-¡uh! —
El golpe de la chica lo sacó de su balance por un momento, tomando un paso adelante para apoyarse pero lo peor es que interrumpió su estúpido ritual, y ya había perdido el efecto dramático. ¡Y Kiryu nunca espera!
— ¡o-Hey! — Tan molesto estaba que no se decidió entre decirle "oye" o "hey", pero no lo tanto como para notar que la chica corría sola y todo hizo click.
— No hay ni un respeto, Kiryu-chan. Cuando éramos chicos nos habrían roto las piernas por hacer eso. — Una vil exageración.
— Ahora sí.. — El brillo regresó a su ojo, animadamente. — ¿Dónde quedamos? A
Fue una distracción, la albina choco a propósito con Goro para poder tomar el arma que tenía en la espalda, fue un acto simple pero efectivo, pues cuando tuvo lo que quería salió corriendo como si de verdad persiguiera a un animal. Aún con esto, se veía una sonrisa en su cara llena de satisfacción, y como no, si en los barrios bajos la conocían por ser rápida y efectiva para ese tipo de trabajos.
—¡Gracias!— fue tan descarada que incluso volteo para "agradecer" a su víctima sin detener su paso.
