—Hijo, escúchame —La autoridad en su voz se notó, tanto que incluso el joven quedó en silencio—, muchas veces encontrarás personas así, quiénes querrán decirte que no puedes hacer las cosas. Óyelos, únicamente para pensar mejor en tus planes, pero no dejes que sus comentarios te alteren. Sí dices que seremos capaces, demuéstralo. No solo a él. Sino a todos los demás. Sé humilde para que nadie pueda humillarte, pero no seas tan arrogante para cegar tu vista de los objetivos.

El encapuchado sonrió, y entre sus cosas sacó un cuaderno y pluma, grabando así entonces las palabras de un sabio padre en papel.
Por ahora, el viaje había sido largo, pero a lo lejos se podía alzar a ver las edificaciones, pronto llegarían a su destino.
Y aunque el extranjero no dijo nada, pudo escuchar entre el viento las voces de los demonios que allí se encontraban. Amenazándolos con descuartizarlos en caso de no querer regresarse. Los primeros avistamientos de sus obras llegó; los restos de un hombre (.