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Mahdi · 100+, M
—Por supuesto que lo son. Provienen de tí, he ahí la verdadera belleza.
Confesó él. Se empezaba a percatar de la vanidad de la mujer, así que se aseguraba de elogiar cualquier parte de ella en cuánto tuviese la oportunidad. A veces la falta de comentarios positivos afectaban la autoestima. Mahdi lo sabía bien.
—¿Y qué te gustaría conocer de mí? —Inquirió el moreno soltando su ala para ponerse en frente de ella—, me parece que dices, pero no me hablas de lo que realmente deseas saber. Puedes preguntarme ahora.
Sostenía la mirada, una expresión seria lo acompañaba y en aquél color ámbar de sus ojos la mirada de mil yardas reflejaba el interior de su alma, testigo los horrores que la humanidad aún no está apta para admirar.
Confesó él. Se empezaba a percatar de la vanidad de la mujer, así que se aseguraba de elogiar cualquier parte de ella en cuánto tuviese la oportunidad. A veces la falta de comentarios positivos afectaban la autoestima. Mahdi lo sabía bien.
—¿Y qué te gustaría conocer de mí? —Inquirió el moreno soltando su ala para ponerse en frente de ella—, me parece que dices, pero no me hablas de lo que realmente deseas saber. Puedes preguntarme ahora.
Sostenía la mirada, una expresión seria lo acompañaba y en aquél color ámbar de sus ojos la mirada de mil yardas reflejaba el interior de su alma, testigo los horrores que la humanidad aún no está apta para admirar.
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